Han transcurrido seis de los trece días de la COP26, y ha sido suficiente para que México haga, una vez más, el ridículo frente al resto del mundo. Este año, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021, mejor conocida como COP26, se lleva a cabo en Glasgow, Escocia, después de ser aplazada el año pasado por la crisis sanitaria.
Te contamos en qué condiciones llega México a la COP26, en la cual se evalúa el progreso alcanzado por los países para combatir el cambio climático y, de manera destacada, sus acciones para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
- El presidente López Obrador no asistió al encuentro, que sí contó con la presencia de 120 jefes de Estado, incluyendo a Joe Biden de Estados Unidos, Angela Merkel de Alemania, Narendra Modi de India y Alberto Fernández de Argentina. Ni siquiera asistió el canciller Marcelo Ebrard, lo que deja ver la falta de interés y compromiso de México en el tema.
- México tuvo la desfachatez de presentarse con las mismas metas a las que se comprometió en 2015 con el Acuerdo de París: reducir 22%, para 2030, sus emisiones de gases de efecto invernadero y 51% de las de carbono negro. Esto es contrario al principio de “progresividad” al que se comprometieron los países firmantes.
- México no tuvo un lugar en los pabellones para las delegaciones en la COP26. En estos espacios, cada país informa sobre sus acciones para combatir el cambio climático (claro, tampoco había mucho que informar).
- El principal posicionamiento de la delegación mexicana fue exigir financiamiento de los países más desarrollados para que las naciones en desarrollo alcancen sus objetivos climáticos.
Resulta contradictorio que el gobierno de AMLO pida recursos a los Estados más ricos para que México avance en sus compromisos cuando llega con las manos vacías y con proyectos que contribuyen al calentamiento global, como la refinería de Dos Bocas. Aún más preocupante es la reforma eléctrica que impulsa Morena en el Congreso, la cual limita el uso de energías limpias y apuesta por el uso del combustóleo, uno de los hidrocarburos más sucios. Se ha calculado que si esta reforma se aprueba las emisiones de carbono de México se dispararían hasta en 65%, además de aumentar los costos de la electricidad.