Este martes, decenas de diputados y diputadas de Morena y sus aliados se pusieron de pie para dar la espalda a Margarita Zavala cuando tomó la palabra en la Cámara de Diputados. El desplante se dio durante la discusión de la miscelánea fiscal 2022 (las reglas para la recaudación de impuestos).
Mientras la diputada del PAN Margarita Zavala exponía su rechazo a los topes para deducir impuestos en donaciones a ONGs, los y las morenistas dieron la media vuelta y gritaron “¡fuera, fuera!” y “¡ABC, ABC!” durante toda la intervención. El último grito está relacionado con el incendio de la guardería ABC en Hermosillo (2009), tragedia en la que fallecieron 49 niños y niñas y en la que se ha atribuido responsabilidad a familiares de Zavala.
Que un político dé la espalda a otro u otra cuando toma la palabra no es cualquier cosa, no es una simple grosería. La señal que se manda es de rechazo total a esa persona; es una forma de desacreditarla como interlocutora y de inconformarse con su participación en la discusión y en la política en general.
Es más grave aún que el hecho se dé en la Cámara de Diputados, el lugar en que, por definición, esperamos ver representada la pluralidad del país. La expectativa es que ahí se presenten ideas distintas y que los representantes de diversos sectores de la sociedad las discutan de forma respetuosa. Lo que pasó no es grave porque se trate de Margarita Zavala en particular; es grave porque se trata de una diputada, sin importar el nombre y apellido que tenga.
El desplante de Morena es una muestra más de su naturaleza antidemócrata. Uno de los rasgos fundamentales de un movimiento demócrata es la apertura al diálogo con otras fuerzas políticas y a buscar acuerdos con ellas en beneficio de las mayorías. Hemos visto ya, incontables veces, los rasgos autoritarios del partido de López Obrador, que busca concentrar en su líder todo el ejercicio del poder sin contrapesos que lo cuestionen.
Los ataques contra la pluralidad que más escuchamos vienen del Presidente en sus mañaneras contra el empresariado, la prensa, las organizaciones de la sociedad civil. También hemos escuchado a López-Gatell pintar como enemigos de la nación a los padres de niños con cáncer que exigen acceso a medicamentos. Esta vez, los responsables del ataque fueron los paleros de AMLO en San Lázaro y el objetivo una diputada de oposición. A ver a quién le toca mañana.