Autor: Isaías ML

Los mexicanos nos reímos de todo: de lo triste, lo feliz, las tragedias, hasta de la muerte, por eso en noviembre conmemoramos el Día de Muertos. “¡Así somos!”, dicen muchos, pero ¿qué pasa cuando esa idiosincrasia nos hace repetir patrones negativos?

Desde hace meses nuestro país y aficionados mexicanos están en el ojo del huracán por el grito que se escucha en los partidos de futbol cuando el arquero rival realiza un saque de meta; sin embargo, este mal tiene años. 

De hecho, el Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), realizó una serie de comunicados en donde rechazaba la normalización del grito en el Mundial de Brasil de 2014, así que no es nuevo ni algo hecho “por moda”. 

El famosísimo “¡Ehhhhhhhhh… Puto!” (así, con todas sus letras), ha retumbado no solo en los estadios de México, sino que ha sido exportado a otras partes del mundo. Y lo peor, muchos se sienten orgullosos. 

Quienes lo realizan se justifican diciendo que “no es homofóbico”, que “no se busca denostar al rival”, sino “darle sabor al encuentro” o “ejercer la libertad de expresión”, pero todos sabemos que decirle “puto” a alguien de manera despectiva busca denigrar a la persona, no divertirse con ella. 

La FIFA y su postura ante el grito

El grito, que para muchos es un juego inofensivo, ha traído consecuencias a la Selección Nacional y a la Federación Mexicana de Futbol (FEMEXFUT), quienes no han sido capaces de generar la conciencia necesaria para que se deje de escuchar en los estadios. 

Sin una estrategia clara y efectiva para que los aficionados dejen de gritar “¡Puto!”, a la FEMEXFUT lo único que le queda es acatar las sanciones millonarias que la FIFA le ha impuesto durante los últimos meses, pues además de pagar cuantiosas multas, dejan de percibir los ingresos de las entradas a los partidos, ya que obligan a la Selección Nacional a jugar a puerta cerrada. 

¿Quiénes son los culpables y quiénes los responsables?

Los culpables, sin duda, son los aficionados. Por más que se hagan campañas, por más que sus grandes ídolos les digan que dejen de hacerlo, por más que se incentive a no gritar, la cultura de muchos mexicanos impide entender por qué está mal. Al final, para ellos “es desmadre” y si pagaron por un boleto, tienen derecho a decir lo que quieran. 

Pero sin duda, los responsables y quienes han realizado un papel deficiente para erradicar el grito homofóbico, fracasando en su misión, son las autoridades de la FMF. No es posible que después de tantos meses, no haya una estrategia clara para fomentar que se deje de hacer. 

Seamos sinceros, ¿a poco es demasiado difícil detectar a las personas que gritan y sacarlas de un estadio? ¿A poco es difícil generar en conjunto con los distintos equipos de futbol una campaña que realmente funcione? La respuesta es clara: no es que no puedan, es que no quieren. 

Las consecuencias de la homofobia en México

Según el CONAPRED, la homofobia es el miedo-rechazo consciente o inconsciente hacia conductas o acciones consideradas homosexuales.

Aunque han habido avances en el tema, en México aún existe un estigma hacia la comunidad homosexual, siendo uno de los países con más violencia homófoba y transófoba de toda América Latina, registrándose, según el Informe 2020 del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio Contra las Personas LGBT, 209 casos desde 2014 y hasta el 2020. 

Por tal motivo, es importante dejar de normalizar, de ver como diversión, de ver como algo inofensivo el gritar “¡Puto!” cada que se va a un estadio, ya que no podemos continuar con las prácticas que perpetúan la discriminación. 

No es que haya una generación de cristal en la actualidad, es que hay una generación que poco a poco se ha dado cuenta que lo que antes se veía con buenos ojos, no es del todo correcto. 

En conclusión

Si el futbol es un negocio y los directivos se preocupan más por lo monetario, ya deberían estar generando acciones precisas, claras y contundentes para que la gente deje de gritar “¡Puto!” en los estadios; les convendría más destinar recursos a estas campañas en lugar de estar pagando multas millonarias que los afectan económicamente.  

En el caso de los aficionados, debemos hacernos responsables de nuestros actos, no desviar la atención de lo importante, dejar de excusarnos que la FIFA y la FEMEXFUT lo han hecho mal y tomar conciencia de por qué no se debe hacer. 

Sí, la FIFA tiene muchos errores e incongruencias, como el buscar combatir el grito homofóbico de los mexicanos pero realizar un mundial en Qatar, donde la homosexualidad es considerada todavía un delito, pero no podemos basar nuestros argumentos en atacar al organismo, justificando nuestros malos actos con los malos actos de ellos.

¿Cerrarán los estadios de futbol?