Lo que sabemos de la variante Ómicron…
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó a Ómicron como “variante preocupante”, puesto que hay indicios de que podría ser más contagiosa, desarrollar síntomas más graves en los pacientes que otras cepas y presentar más riesgos de reinfección. La variante se identificó primero en el país de Sudáfrica y en naciones vecinas. Hasta este momento no hay casos confirmados en México, pero ya los hay en otros países de América, como Estados Unidos y Perú.
¿México está preparado?
La llegada de esta variante es inevitable y así lo ha admitido el Subsecretario Hugo López-Gatell. Hasta el momento, el gobierno de México simplemente ha anunciado que actualizará sus protocolos de vigilancia epidemiológica para detectar esta variante.
A pesar de que se tiene la certeza de que Ómicron llegará al país, el gobierno de México no ha establecido medidas de prevención adicionales, como exigir certificados de vacunación o pruebas negativas a COVID-19. Tampoco se han reforzado protocolos para promover el distanciamiento social y el uso de cubrebocas.
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A casi dos años de haber iniciado la pandemia, México no ha aprendido la lección de la importancia de concentrarse en la prevención de la enfermedad. Desde el inicio de la pandemia, ha sido claro que la apuesta ha sido tener camas suficientes para quienes enfermen, con tal de amortiguar la afectación en las actividades económicas. México no ha logrado un balance entre prevención y continuidad de actividades en una nueva normalidad donde se maximicen las medidas de prevención.
Mientras tanto, el 1 de diciembre el presidente López Obrador reunió en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México a un cuarto de millón de personas para celebrar que han transcurrido tres años desde que asumió la Presidencia. Es ingenuo pensar que entre esas 250 mil personas, muchas de las cuales viajaron durante horas en autobuses para llegar a la capital, no habrá nuevos contagios y casos mortales. El evento no fue más que un gesto ególatra en que el emperador mostró a sus súbditos que para él valen más un par de palmas aplaudiéndole que las vidas de quienes lo celebran entusiasmados.
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