Autor: Isaías ML
El pasado 29 de octubre se dio a conocer la versión de que Octavio Ocaña, conocido por ser “Benito Rivers” en la serie de televisión “Vecinos”, había fallecido tras una persecución con policías de Cuautitlán Izcalli.
El 30 de octubre, la Fiscalía del Estado de México confirmó la muerte del actor, señalando en un comunicado que, según el peritaje, fue consecuencia de un disparo de arma de fuego en la cabeza.
Sin embargo, al circular diversos videos, testimonios, audios de voz y otro tipo de materiales en las redes sociales, las personas mostraron su repudio hacia esta versión, criticando el actuar de la Fiscalía y los policías.
La investigación sigue abierta.
Los mexicanos no confían en su policía
Este es un caso de los muchos que acontecen día a día, pero es una prueba de lo que realmente ocurre en nuestro país: los mexicanos no confían en su policía.
Según un reporte de Latinobarómetro, los mexicanos confían más en otras instituciones que en la que se encarga de procurar su seguridad.
La iglesia ocupa el primer lugar con 54% de confianza, seguida de los hospitales y clínicas privadas con 52%; las Fuerzas Armadas cuentan con el 49% del respaldo.
Es más, la gente confía más en AMLO, con el 44%; los hospitales públicos, con 37%; y los medios de comunicación, con 35%.
En el caso de la policía, se encuentra en el penúltimo lugar del reporte de Latinobarómetro con 22% de confianza. En ese mismo puesto están los sindicatos y, al final, los partidos políticos con 13%.
¿Por qué la desconfianza?
Con base en la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU, junio, 2021), realizada por el INEGI, el 27.7% de los hogares en México contó con al menos una víctima de robo y/o extorsión.
Por otro lado, el 12.6% de la población de 18 o más años tuvo contacto con alguna autoridad de seguridad pública del cual, el 46.8% declaró haber sufrido un acto de corrupción por parte de éstas.
En general, los mexicanos desconfían de la policía por considerarla corrupta, poco capacitada y peligrosa, por eso se escucha decir a varios “ya no sabes de quién cuidarte”.
Por esta desconfianza a la policía, y a las instituciones en general, los mexicanos no denuncian y delitos como el robo, el secuestro o el homicidio, no son reportados a las autoridades.
Pero la desconfianza también se puede convertir en violencia u omisión, cuando los mexicanos son incapaces de empatizar y, por el contrario, se alegran de una falta de respeto hacia ellos (golpes, gritos, etc.) o si el delincuente “se les escapa”.
Peor aún, algunas veces los mismos ciudadanos se alían con aquellos que cometieron una falta y obstruyen la labor de los policías.
En conclusión
Una policía que no tiene la confianza de los ciudadanos, no puede llevar a cabo sus funciones de manera adecuada, mucho menos cuando ésta se convierte en estigma y se generaliza, diciendo que “todos los policías son iguales”.
En el caso de los ciudadanos, debemos empezar por ponernos en los zapatos de quienes tienen una profesión de alto riesgo, mal pagada, con jornadas de trabajo extenuantes y, en algunas ocasiones, sin prestaciones sociales.
En el caso de la policía, se tiene que comenzar por atender a la población y no sólo estar al servicio del gobierno; una mejor relación con la población ayudará a una mejor percepción.
En el caso del gobierno, debe crear los canales y las estrategias para que haya un mejor diálogo entre ciudadanos y policías. Los ciudadanos son quienes conocen los lugares en donde se cometen los delitos y quiénes los cometen; poseen información privilegiada que ayudaría a detenerlos, lo que a la postre ayudaría a tener mayor certeza y, por ende, efectividad.
En general, se debe mejorar la implementación de la justicia, ya que por más que haya diálogo, comunicación y denuncias, si existe impunidad, la desconfianza a la policía (y autoridades en general) persistirá.