Se anunció la creación de la empresa Gas Bienestar cuyo objetivo sería dedicarse a la venta de gas LP a bajo costo por que “no he podido cumplir el compromiso de no aumentar el precio de los combustibles por encima de la inflación” aunque señaló que si lo ha hecho en gasolinas, diesel y luz. No es un subsidio, enfatizó el presidente y advirtió de compras de cilindros y vehículos para tal propósito. Un detalle: la administración de dicha empresa dependería de Pemex.

 

Pero hagamos una pausa, antes de que nuevos hechos se vuelvan volátiles, inicia la segunda mitad del año y ya contamos tres incidentes mayores, todos ellos “accidentes”

El pasado viernes 2 de julio, en comunicado de prensa de 15 oraciones emitido por Petróleos Mexicanos (PEMEX), informó sobre una fuga de gas acompañado de un incendio en el mar, a 150 metros de la plataforma satélite KU-C, en el estado de Campeche. La comunicación concluía diciendo que la contingencia había sido controlada y que no se reportaban lesionados ni evacuados. Podíamos entonces estar tranquilos.

 

El presidente Andrés Manuel López Obrador se apresuró a asegurarnos que había sido un accidente, no intencional y que se repararían todos los daños. Luego de la investigación realizada, PEMEX anunció tres días después que ya tenía muy claro lo que había pasado: “una tormenta eléctrica ocasionó que salieran de operación los equipos de turbocompresión de gas de bombeo neumático necesarios para la producción de los pozos”. Es decir: la culpa es de la lluvia.

 

Abril inició con el incendio en la refinería ubicada en Lázaro Cárdenas, la cual quedó fuera de servicio. Se habló incluso que la reanudación de actividades podría ocurrir hasta dentro de 90 días, para dar tiempo a la reparación de los daños. En su momento, PEMEX dijo que “estaba haciendo el análisis pertinente para determinar la causa raíz del incendio”. A la fecha, aun no sabemos qué fue lo que provocó el desalojo de 2 mil trabajadores y lesiones a dos obreros y cinco bomberos.

 

A finales de ese mismo mes, otro incendio se sucedió en el Complejo Petroquímico Pajaritos, en el sur de Veracruz. Según los reportes, el problema ocurrió en una línea de gas natural de alta presión. Por prevención, al menos 200 personas fueron evacuadas.  Sí, en ese mismo complejo ocurrió un incendio en el interior de la terminal marítima en el 2019.

 

Otros “accidentes” en lo que va del sexenio

El último día de 2020, un oleogasoducto que conecta las plataformas marinas con la Terminal de Dos Bocas, en Tabasco, se incendió por una fuga de combustible.  PEMEX dijo que realizaría el análisis correspondiente para determinar las causas del incidente. Y desde entonces, nada se ha informado.

 

La fatalidad también llegó a la Refinería de Cadereyta, en Nuevo León, donde se presentaron dos incidentes también el año pasado. Tampoco se ha emitido ninguna información al respecto.

 

Uno es accidente, cuatro necesitan explicación.

 

La organización Greenpeace consideró que es evidente el riesgo que las instalaciones petroleras causan al medio ambiente y la seguridad de las personas, causa de su escaso mantenimiento. “Si bien por fortuna no se reportan (hasta ahora) lesionados o muertes qué lamentar, sí es un hecho que las instalaciones petroleras en cualquier parte del mundo implican riesgos de accidentes graves con consecuencias medioambientales de gran escala, como en este caso”.

 

Expertos señalan que un factor de riesgo es la edad aproximada de las refinerías, que van de 40 a 90 años, lo que hace del mantenimiento un tema prioritario. PEMEX lo reconoció en su Plan de Negocios 2021-2025 como una de las más importantes debilidades los rezagos de mantenimiento.

 

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) advirtió sobre hechos irregulares y deficiencias de mantenimiento. Uno de los problemas más graves detectados ha sido la falta de control y supervisión por parte de PEMEX sobre los contratistas, causando millonarios daños al erario.

 

¿De quién es la culpa?

 

Tantos incidentes han causado consecuencias. Como ejemplo, en abril de este año PEMEX alcanzó su nivel más bajo de refinación, lo que es una pésima noticia con las metas que la paraestatal se ha propuesto.

 

Tres actores claves no pueden culpar el pasado.

 

  • Rocío Nahle. De profesión de ingeniera química pero con poca experiencia en campo tal y como se mostró en los complejos de Pajaritos, Cangrejera y Morelos. A pesar de sus errores públicos, es cercana al presidente y señalada por colocar a su familia en puestos claves y hacer millonarios negocios.

 

  • Octavio Romero. Titular de PEMEX, amigo de años de AMLO, también de Tabasco. Agrónomo de profesión. Sin experiencia ni preparación para hacerse cargo de la empresa pública más importante de México.

 

  • Ángel Carrizales. Luego de ser rechazado cinco veces por el Senado para asumir un puesto en el sector energético, por falta de preparación, el presidente premió a su ex ayudante como Titular de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA).

 

Para complicar más aún este escenario, la Ley de Hidrocarburos que el presidente ha presumido tanto como herramienta para acabar con la corrupción, está en suspenso por el Poder Judicial.

 

Es bueno reconocer los errores y enmendarlos, pero crear otra empresa bajo la tutela de la institución que maneja sus recursos con tanta ineficiencia. Ver hacia el futuro implica hacerse cargo del presente y los accidentes descritos requieren una pronta atención antes de incrementar la burocracia Pemex. Por si faltara Con tanta ineptitud y errores, lo más probable es que “la rieguen” al hacerse cargo de la administración del mega yacimiento Zama, uno de los 10 más importantes del país. No vaya a terminar en llamas todo el sustento de la política energética de AMLO.