La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, recuperó el nivel de aprobación del que gozaba antes de la tragedia de la Línea 12. De acuerdo con una encuesta que publicó El Universal el 14 de septiembre, la mandataria tiene 67.5% de aprobación, después de haber caído a 57.8% en mayo.
Este rebote en la aprobación de la mandataria parece disipar una duda que surgió tras la derrota de Morena en la mitad de las alcaldías de la CDMX y la reducción de curules en el congreso local: ¿fue un voto de castigo contra Sheinbaum o contra AMLO y Morena?
La caída en la popularidad de Sheinbaum se debió principalmente al desplome de un puente elevado de la Línea 12 del metro de la ciudad, en el que murieron 27 personas. Recuperó esos diez puntos ahora que la tragedia no está tan fresca y que el informe final sobre el accidente señaló que la falla principal estuvo en la construcción, iniciada en el gobierno de la CDMX del hoy canciller Marcelo Ebrard.
En otras palabras, su aprobación bajó por la tragedia del metro, no por un rechazo a su gestión en general. En consecuencia, lo que explica la derrota de Morena es el rechazo al partido y muy probablemente al presidente López Obrador.
Una de las razones para sostener que fue un voto de castigo contra AMLO es que los grupos sociales que ya no dieron su voto a Morena en la capital son los de ingresos y escolaridad más altos. Este sector de la población, oh sorpresa, es el mismo que ha retirado su apoyo al presidente López Obrador, las famosas “clases medias” contra las que se ha lanzado.
En su carrera hacia la silla presidencial, uno de los retos de la jefa de gobierno será diferenciar su imagen de la de AMLO. Al menos a los ojos de las clases medias, Sheinbaum deberá dejar claro que ella no ve a estos ciudadanos como enemigos y que tiene una agenda para atender sus necesidades y exigencias.