Por: Isaías ML

@Pistorey

El caso de Fofo Márquez y Marianne Gonzaga ha generado un intenso debate en redes sociales, evidenciando el alto grado de desinformación que permea la discusión pública. Ambos son influencers, ambos cometieron delitos, pero sus procesos judiciales han sido distintos, lo que ha provocado indignación en algunos sectores que, desde la ignorancia, piden un trato idéntico para ambos.

Para entender por qué Marianne enfrenta cargos por lesiones calificadas y no por tentativa de homicidio o feminicidio, como en el caso de Fofo Márquez, es necesario revisar lo que explicaron sus abogados en entrevista con Carmen Aristegui en Aristegui Noticias. 

Marianne es menor de edad y, por lo tanto, la ley establece procedimientos distintos para juzgarla. Esta diferencia no es un acto de impunidad, sino un marco legal que se aplica a cualquier persona en su situación. No es una cuestión de privilegios o favoritismos, sino de cómo el sistema de justicia trata a menores de edad.

Por otro lado, Fofo Márquez, siendo mayor de edad, enfrenta un proceso penal acorde con su responsabilidad legal plena. Se le acusó y sentenció por feminicidio en grado de tentativa, un delito que conlleva penas mucho más severas debido a la gravedad del acto y las circunstancias en las que ocurrió. Las diferencias en los cargos que enfrenta cada uno no son caprichosas, sino que responden a un marco legal establecido.

El problema central aquí no es sólo la comparación simplista entre ambos casos, sino la desinformación que abunda en redes sociales. Muchos opinan sin conocer los fundamentos legales y, peor aún, sin siquiera cuestionar la veracidad de lo que comparten. 

Por otro lado, en este ambiente de indignación mal informada, han surgido ataques absurdos hacia el movimiento feminista, con preguntas como: “¿Dónde están las feministas?” y “¿Por qué no protestan?”. Lo irónico es que estas preguntas provienen, en su mayoría, de personas nunca apoyan ninguna causa, pero que exigen que se movilicen a su conveniencia.

Las redes sociales se han convertido en un espacio donde la ignorancia se disfraza de justicia y la comodidad del anonimato permite lanzar ataques sin responsabilidad alguna. Es fácil exigir desde un sillón, detrás de una pantalla, pero la realidad es que la lucha por la justicia no puede reducirse a tuits incendiarios o comentarios sin fundamento. 

Informarse es el primer paso para exigir justicia de manera legítima y no desde la desinformación y el oportunismo.