Diciembre no solo es el mes de las fiestas, los regalos y el pretexto perfecto para romper la dieta; también es el inicio de una de las tradiciones más icónicas (y demandantes) de México: la maratón Guadalupe-Reyes. Esta no es una competencia oficial con medallas y patrocinadores, pero vaya que requiere entrenamiento, resistencia y, sobre todo, un estómago a prueba de tamales y ponche.
¿El objetivo? sobrevivir dignamente del 12 de diciembre (Día de la Virgen de Guadalupe) al 6 de enero (Día de Reyes), atravesando posadas, cenas, brindis y, por supuesto, recalentados.
Primera etapa: posadas y ponche extremo
El primer tramo es siempre el más fácil: las posadas. Llegas con toda la energía, pidiendo ponche y cantando villancicos como si fueras el solista de un coro navideño. Pero no te engañes, porque aquí también empiezan los retos. En cada posada hay un primo que insiste en romper la piñata “como adulto”, dejando la frente de más de uno al borde del colapso, y ni hablar del “shot por cada villancico”, que convierte a los más entusiastas en auténticos maratonistas del tequila.
La cena de navidad: un banquete y una prueba de voluntad
Cuando llegas al 24 de diciembre, piensas que lo peor ya pasó… hasta que te enfrentas a la cena navideña. Aquí no solo debes demostrar habilidades para equilibrar un plato lleno de ensalada de manzana, romeritos y pavo, sino también resistencia para lidiar con los sermones de algún tío filósofo. Y ojo, porque apenas estás en la mitad de la maratón, pero tu estómago ya parece un terreno en guerra.
El clímax: año nuevo y el desafío del recalentado
La noche del 31 es como el kilómetro 40 de un maratón: estás cansado, pero la meta está cerca. Los abrazos se mezclan con los propósitos que nadie cumplirá y los rituales extraños como meter maletas para “atraer viajes” o ponerse ropa interior roja para el amor (spoiler: no funciona).
Eso sí, el verdadero desafío llega el 1 de enero, cuando el recalentado toma el protagonismo. Ya no tienes hambre, pero, por alguna razón, sigues comiendo como si fuera un deporte olímpico.
La meta: rosca de Reyes y rendición total
Cuando crees que has sobrevivido, el 6 de enero llega con su dulce golpe final: la rosca de Reyes. Cortas un pedazo con la esperanza de no sacar al niño Dios, pero el destino (y la estadística) te juega en contra. Ahora te encuentras obligado a organizar los tamales en febrero, porque en la maratón Guadalupe-Reyes siempre hay consecuencias.
Así que, si estás participando este año, te deseamos suerte. Mantente hidratado (ya sea con agua o ponche), practica el arte del recalentado y, sobre todo, recuerda que lo más importante no es ganar, sino disfrutar. ¡Feliz maratón!
Karina González