Andrés Manuel López Obrador confirmó una vez más en su conferencia de prensa matutina que el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, será invitado de honor durante los festejos patrios de septiembre. La participación principal del mandatario de la isla será el discurso que pronunciará el 16 de septiembre a propósito de la Independencia de México. 

La visita del presidente cubano ha despertado fuertes críticas a López Obrador por parte de miembros de la oposición. Felipe Calderón sentenció en su cuenta de Twitter que “es inaceptable el protagonismo en las fiestas del bicentenario de la consumación de la independencia de un dictador que encierra a decenas de ciudadanos cubanos”. Por su parte, la senadora Lilly Téllez, del PAN, respondió un tuit del presidente Díaz-Canel, manifestando que “lo apoyan políticos mexicanos de su misma calaña. Usted representa a una sarta de bribones parasitarios que atentan contra la libertad, los derechos humanos y la democracia. Coma y váyase”. 

Las violaciones sistemáticas del gobierno cubano han sido ampliamente documentadas. Tan sólo durante las recientes protestas en la isla en julio de este año, se registraron detenciones arbitrarias masivas, desapariciones forzadas, exceso de uso de la fuerza y tortura. 

¿Por qué AMLO tiene a un autócrata como invitado de honor? 

En este caso, la estrategia de López Obrador parece tener un doble propósito: uno en la política exterior y otro en la política interior. En la exterior, el gobierno actual ha tomado numerosas decisiones que, aparentemente, buscan fortalecer la capacidad de negociación de México frente a Estados Unidos. Se intenta construir una narrativa de autonomía e independencia mediante acciones como tener a Díaz-Canel como invitado de honor, hospedar las negociaciones entre el gobierno y oposición venezolanas o amenazar con desaparecer la Organización de los Estados Americanos (OEA), para formar una nueva en la que no participe Estados Unidos. 

En la política interior, éste es sólo un elemento más para alimentar la polarización que necesita su movimiento político. Tener a Felipe Calderón criticando la invitación al presidente cubano le da elementos para revirar “pues qué bueno que no le guste, ¡fuera máscaras!”. Encontronazos como éste son útiles para mantener viva la idea de que hay un grupo “conservador” que pone trabas a la “gran transformación” que él encabeza en favor de los más necesitados. 

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