En medio de una rutina acelerada donde todo parece urgente, surgió un movimiento que está cambiando la forma en la que los jóvenes se relacionan con su tiempo libre: los “soft hobbies”. Son actividades tranquilas, sin presión, sin la necesidad de ser “el mejor” en algo, y sin la obsesión de monetizar cada talento. Bordar sin prisa, leer por placer, caminar solo para despejar la mente o hacer journaling sin preocuparse por la estética perfecta… todo eso está redefiniendo lo que significa descansar.
Lo que hace especiales a los soft hobbies es que no buscan productividad, buscan presencia. Es una especie de rebeldía silenciosa contra la cultura de estar ocupados todo el tiempo. De repente, lo más cool ya no es tener mil cosas que hacer, sino disfrutar un ratito de calma, aunque sea de 20 minutos. Y sí, es una tendencia muy compartida en redes, pero curiosamente no nació para mostrarse; nació para sentirse.
Al final, esta cultura nos recuerda algo simple: no todo en la vida tiene que ser ruido, logros o resultados. A veces lo más valioso es poner música suave, encender una vela y dedicarte a una actividad que no exige nada más que tu buena vibra del día. En una generación tan conectada, los soft hobbies se volvieron ese pequeño espacio donde desconectamos del mundo… y nos reconectamos con nosotros.
Por : Andy I.






