En los últimos años, hacer mil cosas al mismo tiempo se volvió casi un requisito para sentirnos “productivos”. Estudiar mientras escuchas música, responder mensajes mientras haces tarea, ver clases en línea con TikTok de fondo… suena normal, ¿no? Pero esta cultura del multitasking —que antes parecía una habilidad increíble— hoy está siendo cuestionada por los mismos jóvenes que la adoptaron.
La verdad es que el multitasking no nos hace más rápidos, ni más eficientes. Al contrario: nos agota mentalmente sin que nos demos cuenta. Cada vez que saltamos entre actividades, el cerebro tiene que volver a concentrarse desde cero, como si reiniciara una app una y otra vez. Eso nos roba energía, tiempo y paciencia.
Y lo peor es que el multitasking se volvió parte del día a día sin pensarlo. Las notificaciones nos interrumpen, las redes compiten por nuestra atención, y terminamos viviendo en modo “alerta”. Por eso, muchos jóvenes sienten cansancio constante, pierden foco fácilmente o terminan sus tareas más tarde de lo esperado, aunque pasen horas “ocupados”.
La nueva conversación entre estudiantes y creadores de contenido es clara: hacer una cosa a la vez es el verdadero superpoder. No es que la multitarea sea mala siempre, pero usarla como estilo de vida es lo que nos desgasta. Por eso están surgiendo pequeñas prácticas como apagar notificaciones por ratos, usar timers de enfoque, o dividir actividades en bloques más cortos.
Esta generación está descubriendo que la productividad real no es correr en mil direcciones, sino aprender a dirigir la atención hacia un solo lugar. Porque cuando dejamos de brincar entre tareas, no solo rendimos mejor… también respiramos mejor.
Por : Andy I.






