La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dio a conocer la carta que escribió el papa Francisco con motivo de las celebraciones de la consumación de la independencia de México. En un video, el presidente del CEM, el arzobispo de Monterrey Rogelio Cabrera López, lee el texto que le dirigió el jefe de la iglesia católica.
En la misiva, el papa Francisco expone que es necesario revisar el pasado de México, teniendo en cuenta tanto los acontecimientos más luminosos como los más sombríos. Y apunta que “esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria; es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado que han sido muy dolorosos…Por eso, en diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”.
El jerarca católico apuntó que la revisión del pasado debe servir para sanar las heridas, vivir el presente y construir el futuro.
¿Por qué es importante?
Es una manera prudente de procurar una buena relación con el gobierno de México. El Papa satisface la exigencia de AMLO de “pedir perdón” por los excesos de la iglesia católica durante la Conquista, pero lo hace en sus términos. Esta estrategia relaja las tensiones en la relación entre México y el Vaticano que surgieron con las exigencias del perdón, pero no procede como el presidente López Obrador hubiera esperado, con un pronunciamiento espectacular y sentido por parte del papa Francisco. En cambio, hace llegar el mensaje al gobierno de México de forma indirecta, al dirigir la carta no a López Obrador o “al pueblo de México” (como tal vez hubiera gustado a AMLO), sino al presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
De esta forma, el papa evita exponerse a la intensa reacción mediática internacional que hubiera surgido de una declaración pública en su propia voz pidiendo perdón a México. Además, también envía una señal de no sumisión ante el gobierno de México, al mostrar que no actuará bajo los términos que dicte el presidente en turno.
El tino político y diplomático del papa Francisco arrebató a AMLO una oportunidad de remover los resentimientos de una parte considerable de la sociedad mexicana, de los cuales se sirve su movimiento político al presentarse como el vengador de los agravios del pasado.