The White Lotus (2021) es una de las mejores ficciones de la última mitad del año. Aunque el póster de la mini serie de HBO sugiera una postal paradisíaca, la historia no demora en mostrar que hubo una muerte trágica en un lujoso hotel de Hawaii, escenario de pequeñas tragedias personales de personajes de distintas clases sociales. 

A lo largo de seis episodios, el escritor Mike White construyó pequeñas y elitistas sociedades familiares, que coinciden en el White Lotus, un complejo hotelero cinco estrellas, cuyos empleados, por supuesto, están a merced del patrón.

Aunque resaltan los paralelismos con Parasite (2019) y The White Lotus, como radiografía de la lucha de clases; y el esquema burguesía-proletariado esté siempre presente, son elementos más mundanos, como las adicciones, el sexo, inseguridades, venganza y, finalmente, un crimen, los que acaban definiendo el destino de sus personajes. 

Los privilegiados: la familia Mossbacher, en la que mamá, Nicole (Connie Britton) es una exitosa empresaria; papá, Mark (Steve Zahn) es un marido emasculado e inseguro, y sus hijos, dos adolescentes, Olivia (Sydney Sweeney) y Quinn (Fred Hechinger), además de Paula (Brittany O’Grady) amiga de Olivia, quienes viven embebidos en sus burbujas particulares y en la dimensión online en la que, tanto dentro como fuera de la pantalla, se desenvuelven con pose instagramera, aparentando sostener posturas políticas y leer a Judith Butler, a Freud o Nietzsche.

Olivia y su amiga Paula, pierden una mochila cargada de drogas que, en manos de Armond (Murray Bartlett), el manager del hotel, hombre trabajador y rehabilitado, desata una espiral de infortunios y malos entendidos con uno de los huéspedes, el recién casado y elitista Shane Patton, con quien se desata una guerra de poder y tensión permanente, que acaba dándole el vuelco definitivo de la historia.

Shane y Rachel Patton (Jake Lacy y Alexandra Daddario) conforman la pareja de recién casados. En plena luna de miel, sus profundas diferencias personales (él, hombre rico, malcriado y codependiente de su madre; ella, periodista con aspiraciones filantrópicas) hacen dudar a Rachel de haber tomado la decisión correcta.  

Otra de las huéspedes, Tanya McQuoid (Jennifer Coolidge), aparece de luto con las cenizas de su madre en manos, y la firme misión de esparcirlas en el mar. Incapaz de dejar ir los restos mortales de su madre, influencia directamente la vida de Belinda (Natasha Rothwell) la encargada del spa, quien cree haber encontrado en McQuoid a su ángel de la guarda.

TODAS LAS FAMILIAS SON PSICÓTICAS

Aunque en las discusiones sobre The White Lotus aparezcan los nombres de Marx y Foucault para definir las clases y esquemas sociales, así como la interacción entre ellos, la cosmovisión de Mike White sobre las disfuncionalidades de sus personajes, recuerda también a la familia Drummond, protagonista de Todas las familias son psicóticas (2001), de Douglas Coupland.

El infierno florido por el que transitan sus personajes, expone sin contemplación, la fórmula de dinámicas de poder, en las que el poderoso acaba beneficiado, y el desposeído castigado. Sin embargo, The White Lotus se esmera, como el relato de los Drummond, en humanizar a sus personajes lo suficiente para mostrar cómo todos, de alguna manera, hemos sido los malos en la historia de otros.

En la carrera de White, destacan películas independientes como The Good Girl (2002), protagonizada por los entonces jovencísimos Jennifer Aniston y Jake Gyllengaal; Orange County y School of Rock (2003), ambas con Jack Black, en las que el escritor y director fue madurando la pluma, hasta dar con The White Lotus, hasta ahora, el mayor éxito de su carrera.