Por: Majo Juárez
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Hablar de educación siempre ha sido un tema, cada quién tiene su opinión pero la mayoría concuerdan que sigue siendo la misma de hace 20, 50, 100 años. Que faltan esfuerzos, que faltan respuestas al mundo actual y que se ha vuelto “obsoleta”. Bueno, ante esta situación, en los últimos años ha tomado fuerza una práctica algo interesante: el edutainment, como lo dice la palabra, una combinación entre educación y entretenimiento que busca presentar el aprendizaje como algo divertido, enfocándose en atraer y mantener la atención de los alumnos. Pero ¿hasta qué punto esta práctica hace que los maestros se conviertan en payasos?
La verdad de la palabra “entretener”
La palabra “entretenimiento” viene del término latino intertenere, que significa “tener entre”, es decir, crear una distracción o mantener algo entre dos puntos. ¿Eso es lo que tienen que buscar los maestros ahora? ¿Mantener a los alumnos “entretenidos”?
Si no te paras de cabeza no mereces mi atención
Ahora, los alumnos exigen que sus maestros los mantengan atentos, sobreestimulados y con recompensas inmediatas, basando el “éxito” de sus clases en la cantidad de recursos, actividades, juegos y premios que han usado. Se está creando una expectativa cultural y una dependencia de la motivación extrínseca, donde los alumnos pierden el interés por el aprendizaje mismo. Si la educación nos hace libres, y el edutainment nos hace dependientes ¿Es educación?
No solo es un riesgo para los alumnos
Por último, los maestros, ya sea en un esfuerzo por captar esa atención o incluso por falta de preparación y dominio del tema, terminan dependiendo de estrategias basadas en recursos como videos, juegos o plataformas interactivas. En algunos casos, incluso para encubrir la carencia de conocimientos profundos, haciendo que las clases sean dirigidas más por los recursos que por el docente mismo.
El balance de medios
El tema es muy extenso, tampoco podemos negar los grandes beneficios de esta nueva práctica pero la clave está en poner a la educación como un fin en sí misma, y al entretenimiento como un posible medio, no indispensable, ni como protagonista ni como medidor de éxito, sino una herramienta que puede ser utilizada para enriquecer el proceso educativo. Cuando priorizamos el entretenimiento sobre el aprendizaje, perdemos toda la esencia de la educación, desviamos el objetivo hacia la diversión y el estímulo constante, en lugar de enfocarnos en el verdadero propósito de la educación, que es la formación integral del ser humano, buscando su libertad y el desarrollo personal.