Experimentar una crisis de ansiedad es como quedar atrapado en un torbellino emocional, una montaña rusa de sensaciones que se desencadenan sin previo aviso. Es como si, de repente, el mundo a tu alrededor se difuminara y una tormenta de emociones te absorbiera por completo. ¿Te ha pasado? 

Imagina: estás en una junta importante, concentrado y, de repente, sin aviso alguno, una sensación de opresión en el pecho te roba el aliento. Te oprime fuerte… Más fuerte. Tu corazón empieza a latir más rápido de lo normal, casi como si quisiera escapar de tu pecho. Una oleada de pánico te invade, haciéndote sentir que te vas a desmayar. Es entonces cuando los pensamientos empiezan a llegar sin control: ¿qué está pasando? ¿Por qué me siento así? ¿Estoy perdiendo el control? ¿Qué pasará si esto empeora? ¿Me va a dar un paro cardíaco? 

La mente se convierte en un campo de batalla, una lucha interna entre la razón y el pánico descontrolado. Las preguntas se agolpan, cada intento de respuesta parece sumergirte más y más en la espiral de la ansiedad. Te sientes atrapado en un círculo vicioso, donde cada síntoma físico aviva la incertidumbre y el miedo.

La sensación de que algo terrible está a punto de suceder se intensifica, aunque racionalmente sepas (muy dentro de ti) que no hay una amenaza inminente. La mente intenta buscar explicaciones lógicas, pero la ansiedad se convierte en una neblina que no deja tener razonamiento claro.

Síntomas 

  • Sensación de ahogo o falta de aire: sentir dificultad para respirar, como si no pudieras tomar suficiente aire.
  • Palpitaciones rápidas del corazón: un aumento repentino en la frecuencia cardíaca, a menudo acompañado de sensaciones de opresión en el pecho.
  • Mareos: sentirse mareado, desequilibrado o experimentar vértigo.
  • Sudoración excesiva: sudor frío o caliente, incluso en situaciones o ambientes frescos.
  • Temblores: movimientos incontrolables. 
  • Desconexión: sentir que el entorno parece extraño o irreal, como si estuvieras desconectado de la realidad.
  • Miedo a perder el control o morir: sensación de pánico intenso y preocupación por la propia salud o bienestar.
  • Malestar estomacal: náuseas, malestar abdominal, sensación de mariposas en el estómago o molestias gastrointestinales.
  • Tensión muscular: rigidez muscular, especialmente en cuello, hombros o mandíbula.

¿Qué hacer? 

En medio de esta tormenta interna, la técnica de respiración 4-7-8, también conocida como “respiración relajante”, puede convertirse en un salvavidas. Este ejercicio simple pero poderoso consiste en inhalar durante 4 segundos, mantener la respiración durante 7 segundos y luego exhalar durante 8 segundos. Ayuda a calmar el sistema nervioso, reducir la frecuencia cardíaca y promover la relajación.

Cuando te encuentres en medio de una crisis de ansiedad, intenta enfocarte en la respiración. Repite este ciclo 4-7-8 varias veces hasta sentir que la ansiedad disminuye.

Además de la técnica de respiración, es fundamental buscar ayuda profesional si las crisis de ansiedad son recurrentes o interfieren significativamente con tu vida diaria. Recuerda, experimentar una crisis de ansiedad no significa debilidad ni falta de control. Es importante reconocer que la ansiedad es una reacción natural del cuerpo y que existen herramientas, como la respiración relajante, que pueden ayudar a manejarla y recuperar el equilibrio emocional. 

No estás sola/o en esto y existen recursos disponibles para brindarte apoyo en este camino hacia el bienestar emocional.

Daniela Cervantes