Por falta de trabajo, de comida y de oportunidades miles de personas al año dejan su hogar y su país en busca de una mejor vida, se convierten en migrantes, se llevan sus ahorros y en sus mochilas cargan con las esperanzas de su familia entera.
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Pero el camino no es fácil, comienzan las trabas, las complicaciones y abusos que conlleva esta aventura obligatoria de cumplir el “sueño americano”.
No solo son mexicanos los que buscan cruzar a Estados Unidos, centroamericanos y sudamericanos, comparten la misma ilusión.
A propósito de los migrantes no admitidos el Instituto Nacional de Migración (INM), pidió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), revisar el espacio de la sala de espera dispuesta por las autoridades aeroportuarias de la Ciudad de México, para las personas que no fueron admitidas en el país y aquellas que se encuentran en tránsito sin visa.
El cruce al otro lado
No es de un solo género, hay mujeres, hombres, niñas y niños en el camino, algunos pierden la vida y otros cumplen el anhelado sueño.
Se estima que 2 mil 243 personas perdieron la vida en el intento de cruzar la frontera de 2014 a 2019, según datos de The International Organization of Migration (IOM).
Dos países, 3 mil 169 kilómetros de división, y tres rutas igual de peligrosas:
- El Río Bravo, ocupa casi la mitad de la frontera, de El Paso, Texas hasta el Golfo de México
- El desierto y el semidesierto inician de El Paso hasta San Diego.