Desde que el presidente López Obrador se lanzó contra la Universidad Nacional la semana pasada, se ha generado mucha conversación sobre la UNAM y el papel que desempeña en el país.
Como hemos visto a lo largo de los últimos tres años, AMLO elige objetivos de ataque en su mañanera para alimentar la polarización que requiere eso que llama “Cuarta Transformación” o para objetivos más concretos, como impulsar una ley, como ha hecho últimamente con la reforma eléctrica.
Las agresiones más comunes son los políticos de oposición, la prensa libre y el empresariado. Últimamente, la comunidad científica está en la mira y en estos días se ha concentrado en la UNAM. En el caso de la UNAM, ¿qué podría pretender López Obrador al lanzarse contra de una de las instituciones que guarda más prestigio entre la ciudadanía?
Primero, es importante señalar que no se trata de una declaración aislada, accidental, sino un elemento de una estrategia de comunicación planeada, intencional. Lo podemos corroborar puesto que desde hizo la primera crítica a la UNAM la semana pasada, no ha soltado el tema, aprovechando el alboroto que causó. En este caso, el ataque tiene objetivos en ambas áreas, la ideológica y la práctica.
¿Por qué no llamar 4T al gobierno de AMLO?
En la batalla ideológica, es una oportunidad más para dividir la opinión de la ciudadanía y alimentar esa polarización tan necesaria para su proyecto político. Al atacar en concreto a una institución con tanto prestigio entre la ciudadanía, el objetivo es desprestigiarla, para avanzar en su objetivo de ser la única figura con legitimidad y autoridad (política, moral, ideológica). Es una lógica similar a la de las críticas al INE, que, al igual que la UNAM, mantiene altos índices de confianza entre los mexicanos.
En la batalla terrenal, es una estrategia para avanzar en el control de espacios concretos de poder. La UNAM elegirá nuevo rector (o rectora) en 2023 y AMLO ya está moviendo sus fichas para que la persona elegida sea afín a su movimiento. Con estas declaraciones, AMLO también podría estar preparando el terreno para un “nuevo modelo de universidad pública” que impulsan desde la SEP, especialmente el subsecretario de educación superior Luciano Concheiro. Como describe Salvador Camarena, el modelo ya está implementándose en la Universidad Autónoma de Zacatecas y contempla una política de “cero rechazo” a quienes deseen estudiar en las universidades públicas, sin importar sus cualificaciones académicas, promover la matriculación de alumnado de bajos recursos y reformar los planes y programas de estudio para que tengan “sentido social” o, en otras palabras, para que adoctrinen a los estudiantes según los preceptos en los que creen López Obrador y quienes lo acompañan.
El presidente López Obrador habrá de tener cuidado con los objetivos de ataque que elige. No es lo mismo lanzarse contra los muy desprestigiados políticos del PAN y el PRI que contra una institución apreciada por las mayorías y cuya comunidad le ha brindado apoyo a lo largo de su carrera política.