Por: Isaías ML
@pistorey
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado polémica con su reciente anuncio de imponer un arancel del 25% a todas las importaciones provenientes de México y Canadá. Este movimiento, justificado bajo el argumento de que busca combatir el narcotráfico y frenar la migración ilegal hacia Estados Unidos, ha sido recibido con preocupación por parte de analistas, empresarios y funcionarios de ambos países.
Estas medidas, de implementarse, no solo amenazan con violar los términos del tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sino que también podrían provocar una crisis económica regional.
Trump ha acusado a México de no hacer lo suficiente para controlar el flujo de drogas hacia Estados Unidos, utilizando este argumento como pretexto para sus políticas proteccionistas.
Por su parte, México ha expresado su compromiso con la cooperación bilateral para combatir el narcotráfico, pero ha subrayado que las amenazas económicas no son el camino adecuado para abordar problemas complejos y compartidos.
Hipocresía en el discurso de Trump y Estados Unidos
Aunque Trump y otros líderes estadounidenses culpan a México por el tráfico de drogas, su retórica ignora una parte crucial del problema: el flujo de armas ilegales desde Estados Unidos hacia México. Estas armas, adquiridas con facilidad debido a leyes laxas y falta de supervisión, terminan en manos de los cárteles mexicanos, quienes las utilizan para cometer delitos violentos y mantener su influencia criminal.
En lugar de sólo centrarse únicamente en exigir que México combata el narcotráfico, Estados Unidos debería asumir su responsabilidad en este tema y tomar medidas más firmes para controlar la venta y el contrabando de armas. Implementar controles más estrictos en su industria armamentista y reforzar la supervisión en su frontera sur sería un paso lógico si realmente estuviera interesado en frenar la violencia generada por el narcotráfico.
Sin embargo, el gobierno de Trump ha mostrado una doble moral. Mientras endurece medidas contra otros países, protege y fomenta una industria de armas que, de manera indirecta, alimenta la violencia en México.
Este enfoque no solo es hipócrita, sino que también refleja una falta de compromiso genuino para abordar las raíces del problema del narcotráfico de forma integral.
Lo que creo
La relación entre México y Estados Unidos debe basarse en cooperación y respeto mutuo, no en amenazas económicas ni en discursos cargados de hipocresía. Resolver el problema del narcotráfico exige esfuerzos coordinados que incluyan tanto el combate al tráfico de drogas como la reducción de la disponibilidad de armas en manos de criminales.
Hasta que Estados Unidos no reconozca y actúe sobre este aspecto, sus reclamos hacia México carecen de sustento moral y pragmático.