La presión de tener una vida “interesante” en internet no llegó de golpe, se fue colando poco a poco entre stories, publicaciones y likes. Al principio parecía inofensivo: compartir un café bonito, una foto bien iluminada o un momento especial. Pero con el tiempo, esa necesidad de mostrar algo digno de ser visto empezó a pesar más de lo que imaginamos.

Hoy no basta con vivir experiencias, parece que también hay que documentarlas. Si no se sube, es como si no hubiera pasado. Viajes, salidas, logros, incluso los días “normales” se transforman en contenido. Y sin darnos cuenta, empezamos a compararnos con versiones editadas de otras personas que, como nosotros, también eligen qué mostrar y qué ocultar.

El problema no es compartir, sino sentir que nuestra vida pierde valor cuando no es visualmente atractiva o emocionante. Hay días tranquilos, repetitivos, silenciosos, y eso es completamente normal. Pero en redes, lo cotidiano casi nunca aparece. Entonces surge la sensación de que todos están avanzando, disfrutando o logrando algo, mientras uno solo está sobreviviendo la semana.

Esta presión también afecta la forma en la que tomamos decisiones. A veces elegimos planes pensando más en cómo se verán en una foto que en si realmente nos apetece estar ahí. Incluso el descanso se siente improductivo si no hay nada que publicar. Como si la calma no fuera suficiente si no genera interacción.

Poco a poco, muchas personas están empezando a cuestionar esta dinámica. Están entendiendo que una vida interesante no siempre es una vida pública. Que hay momentos que no necesitan audiencia, y experiencias que valen más cuando se quedan solo en la memoria. Alejarse un poco del ruido digital no significa desaparecer, sino volver a conectar con lo que realmente importa.

Tal vez el verdadero cambio está en dejar de preguntarnos si nuestra vida es interesante para otros y empezar a preguntarnos si lo es para nosotros. Porque al final, una vida plena no se mide en vistas ni en likes, sino en cómo se siente cuando nadie está mirando.

Por : Andy  I.