Decir “no” parece sencillo, pero en la práctica se siente como cargar una mini batalla interna. Crecemos escuchando que ser “buena onda” es decir que sí, que aceptar todo demuestra que eres capaz, responsable y disponible. Pero la realidad es otra: decir “sí” a todo también te rompe, te cansa y te desconecta de ti misma.
El nuevo discurso juvenil está cambiando esa narrativa. Cada vez más personas están entendiendo que poner límites no te hace difícil, ni amargada, ni egoísta; te hace consciente. Negarte a algo no significa rechazo, significa elegir lo que realmente te aporta. Es una forma de ordenar tu energía: dónde la pones, con quién la compartes y qué mereces.
Decir “no” abre espacio para lo que sí importa. Te permite cuidar tu paz mental, tus tiempos muertos y tus prioridades sin sentir culpa. Y lo mejor es que se vuelve un entrenamiento: cada vez que lo haces, te escuchas más. En una generación donde todo parece urgente, aprender a decir “no” se convierte en un acto de amor propio valiente y necesario.
Por : Andy I.






