Los videojuegos han pasado de ser una simple forma de entretenimiento a convertirse en una parte integral de la vida cotidiana de muchos niños. Esta influencia ha generado un debate significativo sobre sus efectos tanto positivos como negativos. Por un lado, los videojuegos pueden estimular habilidades cognitivas, como la resolución de problemas, la toma de decisiones rápidas y la coordinación mano-ojo. Juegos que requieren planificación estratégica, por ejemplo, pueden mejorar el pensamiento crítico y la capacidad para resolver problemas complejos. Además, los videojuegos en línea permiten la interacción social, lo que puede ayudar a desarrollar habilidades de colaboración y trabajo en equipo.

Sin embargo, también existen preocupaciones sobre los posibles efectos negativos de los videojuegos en los niños. El contenido violento en algunos juegos ha sido relacionado con un aumento en la agresividad y la desensibilización hacia la violencia. Además, el tiempo excesivo frente a las pantallas puede llevar a problemas de salud física, como la obesidad y el sedentarismo, y afectar el desarrollo social y emocional al reducir el tiempo dedicado a actividades al aire libre y a la interacción cara a cara.

Los videojuegos pueden tener tanto beneficios como riesgos para los niños. El papel de los padres y educadores es crucial para guiar a los niños en un uso equilibrado y adecuado de los videojuegos, asegurándose de que el contenido sea apropiado para su edad y fomentando un equilibrio saludable entre el juego digital y otras actividades.