El canciller Marcelo Ebrard ha dicho en más de una ocasión que negociar vacunas para México ha sido la misión más importante de su vida pública y que esa tarea ha permitido salvar millones de vidas. Seguramente es así. Era su trabajo y qué bueno que lo haya hecho bien. Más allá del autoelogio, la declaración es interesante a la luz de la contienda por la candidatura de Morena a la presidencia en 2024.

Parece que Ebrard quiere seguir el camino de López Obrador, el de construir una imagen de superhombre capaz de salvarnos. Al hacer alarde del éxito diplomático de asegurar vacunas para México, está mandando un mensaje: me deben la vida. Declaró lo siguiente el 20 de septiembre, durante la presentación del libro La estrategia internacional de México en la pandemia de COVID-19. Marzo de 2020 – Agosto 2021: “Este año, de marzo del 2020 a ahora, seguramente no lo vamos a olvidar y será lo más importante que hayamos hecho en la vida. ¿Por qué? Porque se salvaron millones de vidas, porque ésa fue nuestra encomienda, ésa fue nuestra misión. Hemos tenido muchas misiones en Relaciones Exteriores pero no encuentro nada más relevante que esto, todo ha sido salvar millones de vidas, y eso debe ser lo más relevante que podemos hacer en la esfera pública”.

Ebrard buscará explotar esta hazaña en su intento por sentarse en la silla presidencial. Tal vez piense que, si la fórmula del superhombre funcionó para AMLO, funcionará para él también. Pero las condiciones para 2024 serán muy distintas. Ante millones de ojos, AMLO forjó la imagen de un ser extraordinario ―casi divino―, cuya bondad, honestidad y amor por la patria derrotaría a los villanos de la mafia en el poder. Fue una narrativa de comunicación política efectiva que se construyó durante más de dos décadas, que supo leer las angustias de las masas y que aprovechó las oportunidades de la coyuntura histórica. Elementos clave de una coyuntura favorable para el éxito de una narrativa así fueron la torpeza y el mal gobierno de Enrique Peña Nieto, que terminó su sexenio con la fama de frívolo, corrupto y sin conexión con el pueblo.

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Falta un largo camino por recorrer hacia 2024, pero hay un par de cosas que sabemos sobre el éxito que podrían tener ciertos perfiles. Es definitivo que no hay ningún líder social que haya conectado con las masas durante un periodo considerable, por lo que lo más sabio será abandonar esa alternativa de una vez. Difícilmente funcionará el camino noventero del funcionario experimentado, eficaz y formado en el extranjero, que sería la opción facilona para Ebrard y que, entre muchos otros factores, contribuyó al fracaso estrepitoso de José Antonio Mead en 2018.

Por su parte, Ricardo Monreal ya avanzó la narrativa del “continuador”, confirmando en San Luis Potosí el 26 de septiembre sus aspiraciones y declarando: “puedo ser el mejor y el más auténtico continuador de este proceso democrático que está viviendo México”. Esta estrategia parecería adecuada considerando los altos niveles de aprobación de López Obrador, pero cuidado, son, precisamente, de López Obrador. Los comunicadores de Morena no han sido capaces de trasladar esa aprobación al partido, al gobierno ni a otras figuras políticas.

Al anunciar a sus gallos, el presidente adelantó la sucesión presidencial y obligó a que la actividad política de los grandes jugadores se concentre, aún más, en sus aspiraciones de 2024. De manera muy particular, los y las obliga a trabajar sobre su imagen pública, sobre la idea que la ciudadanía tiene de ellos. Sus equipos deberán estar trabajando, desde ahora, al menos en opciones del “personaje” que van a presentar, las características con las que quieren que los identifique el gran público. Si no lo están haciendo, van tarde.

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