Y al pasar en una esquina en la vuelta encontré la estrecha pero muy exacta muerte…

¿Qué sería yo sin ti? Sin tus regaños, sin tus avisos, sin tus sustos y susurros, hoy pude sentirte, hoy llamaste mi nombre, al final termine la noche con un buen vino y una cena con mis amigos, por eso agradezco tu presencia, te acercas más a lo que quiero. Jamás se me olvidará esta noche, solo sé que fue muy rápido, nada pasó por mi mente, un fugaz sentimiento de angustia, pero no miedo, no resistencia, solo la figura de mi cuerpo cual trapo reposado en el concreto, solo, adolorido y sin ganas.

Entiendo tu existencia, tu presencia y sobre todo la importancia que tienes en un abrir y cerrar de ojos. Fuiste consoladora y bondadosa, dejaste que te acariciara y me provocaste rasguños, me diste un saludo muy a tu manera, gracias por hacer únicos mis días, porque en tu propósito está la delicia de gozar antes de abrazarte, porque solo tengo una oportunidad cada segundo de sentir a Dios por dentro y admirar las criaturas que ha hecho para mí. Hoy no soy el mismo, degusté tu estela, gracias por permitirme seguir vivo y conocerlo. Cada gota de mi sangre y de mis seres queridos sé que nos hacen vulnerables a tu presencia. Me diste tu reflejo y vivir para contarlo.

Para no variar, sigo encontrando lo sencillo de la vida; veo que todo lo que valgo es lo que llevo en ese momento, no tengo posesiones materiales ni dependencias amorosas, ni culpas ni dolencias, solo soy un dibujo a destiempo que salió de un cuarto de ventanas anchas de un barrio que lo vistió.

¿No sería imprudente seguir creyendo que hay cosas que nos hacen sentir inmortales? La vanidad, el ego o el dinero… Este último hace que nosotros perdamos de la honestidad de nuestra naturaleza efímera y que todo lo podamos. Dice Marx en Manuscritos Filosóficos: “Mi fuerza es tan grande como lo sea la fuerza del dinero, lo que soy y lo que puedo no lo determina mi individualidad, todo queda anulado por el dinero”. Sino pregúntenle a “Ricardo Martín Bringas”, socio de varios consorcios de Carlos Salinas seguramente él no piensa que la muerte lo detenga, ya que nadie en este mundo ha podido.

El dinero nos tienta a todos, solo que es una pena darle más valor al dinero que al mismo cuerpo que goza de él y tiene vida. Según el ejército mexicano, un “narco tiene una esperanza de vida de 5 años”. Se reduce a comprar todo lo necesario que les haga feliz, aunque estén conscientes de que no dure.

Hay pulsiones que nos empujan a conquistar la vida, así lo menciona Adré Green en su libro “Narcisismo de Vida Narcisismo de Muerte”. Es que, frente al espectro de la muerte, el único adversario que se puede medir con él son las pulsiones sexuales, la libido de objeto y el narcisismo, la defensa y el cumplimiento de la vida por Eros contra los efectos devastadores de las pulsiones de muerte.

¿Será que el sexo nos ayuda a cumplir con la vida? No es mala idea si somos sinceros, sin embargo, cuando estás enfrente de esos segundos donde vas a perder la vida, te das cuenta que una motocicleta no vale la pena ni una vagina por más espectacular que sea.

Dice Freud, “Aun la pulsión de deseo no es sino máscara de la pulsión de muerte”.

Estamos acechados por una muerte silenciosa y no porque sea inminente su llegada, ni porque no pensemos en ella, sino porque en ocasiones no valoramos cada mañana que es un regalo antes de morirnos.

Mario Spindola

AVID