Ocurre el accidente, empieza la tragedia y, después del enorme dolor, llegan las obligaciones. Las culpas. Y, también, las indemnizaciones. Se cree que es imposible cuantificar el daño, pero se hace. Y tragedias como la de la Línea 12 del Metro, el sismo del 2017 o la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa tienen precio