El gobierno mexicano ha insistido en que no habrá nuevos impuestos generalizados, pero la realidad fiscal de 2025 y lo propuesto para 2026 cuenta otra historia. A través de incrementos estratégicos en productos clave como bebidas azucaradas, plataformas digitales y comercio exterior, se está aplicando una política tributaria que, aunque técnicamente no crea “nuevos impuestos”, sí amplía la carga fiscal de manera indirecta. ¿Es una medida necesaria para estabilizar las finanzas públicas, o una forma de trasladar la presión al ciudadano común sin asumir un costo político?

Impuestos que sí existen, aunque no los llamen “nuevos”

Mientras el discurso oficial presume que no hay creación de nuevos tributos, el paquete económico 2025‑2026 sí contempla aumentos significativos y cambios sustanciales en la forma en que se recauda:

IEPS a bebidas azucaradas: El impuesto sube de ~1.65 pesos por litro a más de 3 pesos en 2026, incluso para las versiones “light”.

IVA para plataformas digitales extranjeras: Las plataformas como Amazon, Netflix o Steam enfrentarán mayor control tributario y se les exigirá estar registradas ante el SAT.

Aranceles a productos importados sin TLC: El gobierno propone elevar aranceles de hasta un 50 % para productos provenientes de países sin tratados comerciales, en un esfuerzo por proteger la industria nacional.

¿Cuáles son los objetivos oficiales?

Según el SAT y la SHCP, esta política busca:

  • Combatir la evasión fiscal en plataformas digitales.
  • Fomentar hábitos saludables entre la población.
  • Recaudar más sin tocar el ISR ni el IVA generalizado.
  • Fortalecer el mercado interno frente a importaciones desleales.

Aunque los objetivos suenan razonables, la implementación levanta cuestionamientos sobre su eficacia real y su costo social.

¿Quién carga con el peso?

El diseño actual de los “no nuevos impuestos” apunta hacia una carga indirecta al consumidor promedio. Es cierto que se evita subir impuestos como el ISR, pero a costa de encarecer bienes de consumo diario o digital. Estos impuestos regresivos afectan más a quienes menos ganan.

Además:

No hay evidencia clara de que los ingresos adicionales se estén traduciendo en mejores servicios públicos.

Aumentar impuestos “saludables” sin campañas integrales de educación alimentaria tiene impacto limitado.

El control fiscal a plataformas extranjeras podría encarecer servicios digitales populares, en especial entre jóvenes y clases medias.

La recaudación aumentó 4.6 % en lo que va de 2025 (Mexico Business News), pero eso no garantiza que ese dinero esté mejor distribuido ni que se use eficientemente.

¿Rcaudar sin reformar?

La estrategia fiscal del gobierno mexicano parece más orientada a recaudar sin asumir el costo político de una verdadera reforma tributaria progresiva. Es una solución práctica, pero limitada y desigual.

El riesgo es que, en nombre de la eficiencia, se traslade el costo a los sectores menos favorecidos, disfrazando de “impuestos saludables” o “medidas de control” lo que en la práctica es una austeridad impuesta desde abajo.