Lo “lo-fi” ya no es solo un estilo visual bonito: es una respuesta directa al cansancio digital. Después de años de ver videos perfectos, producciones enormes y filtros impecables, la audiencia empezó a buscar algo más real, más relajado y menos producido. Y ahí entra lo lo-fi, con su vibra de naturalidad que se siente casi íntima.
Este estilo funciona porque rompe con la rigidez estética. Las tomas ligeramente borrosas, el movimiento imperfecto de la cámara, la música suave y los colores apagados crean una atmósfera que dice: “esto no fue armado, esto fue vivido”. Esa honestidad visual hace que el contenido se sienta cercano, como si estuvieras viendo algo grabado entre amigos.
Además, lo lo-fi conecta con una nostalgia moderna: la idea de que antes las cosas eran más simples. No compite con la perfección; compite con la saturación. Y gana. Porque en un espacio digital donde todo quiere llamar tu atención, lo que parece tranquilo, cotidiano y sincero se vuelve inesperadamente poderoso. Lo lo-fi no busca impresionar, busca conectar. Y hoy, eso vale mucho más.
Por : Andy I.






