Desde 2018 Julio Scherer Ibarra se desempeñó como Consejero Jurídico de la Presidencia de la República, su trabajo era asesorar legalmente tanto al presidente como a las dependencias más importantes del país, las secretarías de Gobierno.

Como en el ajedrez, sin ser “la dama”, fue la pieza que protegió al rey, en este caso al presidente Andrés Manuel López Obrador, ante posibles situaciones de emergencia y de carácter legal.

Estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, ha trabajado como académico en diferentes universidades y para el proceso electoral del 2018, lo nombraron coordinador territorial de Morena abarcando los estados de Oaxaca, Veracruz, Yucatán, Chiapas, Campeche y Quintana Roo.

Es amigo muy cercano, incluso ex colaborador, y tal vez por eso la recomendación al cargo, del actual canciller, Marcelo Ebrard, quien en 2006 era Jefe de Gobierno de la capital del país, fecha en la que se les veía juntos acudir a reuniones de trabajo.

A pesar de llevar en la sangre el apellido Scherer, es decir, es hijo del periodista y fundador del semanario Proceso, Julio Scherer García, y para que quede claro, en muchas universidades mexicanas, se usan sus textos como ejemplo del periodismo.

Eso no bastó para que el pasado mes de abril, Scherer Ibarra, en una entrevista radiofónica, declarara que “se debería tapar la boca a los reporteros que asisten a las conferencias matutinas y que preguntan al mandatario sobre los comicios”, situación que puso en “jaque” al presidente que salió a defenderlo. Minutos después, Scherer Ibarra, se disculpó a través de redes sociales.

Uno de los temas en que salió en defensa de López Obrador, fue la ampliación de mandato del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, y dejó en claro que como buen “Dóberman”, argot que usan entre los abogados, el presidente puede decir lo que quiera.

En noviembre de 2020 quedó en duda su confianza, ya que el funcionario federal omitió incluir en su declaración patrimonial un “humilde” departamento de 1.7 millones de dólares, ubicado en la zona de Upper East Side de Manhattan, en Nueva York, nada más ni nada menos que a unas cuadras de Central Park.

El inmueble fue adquirido en 2014, pero ojo, el último pago lo realizó en 2019, es decir, cinco meses después de su última declaración patrimonial que presentó ante la Secretaría de la Función Pública y en dicha declaración no apareció esta propiedad.

¿Fue Scherer Ibarra una pieza clave en el juego de Andrés Manuel López Obrador?

CV