Por: Isaías ML
@pistorey
Con el invierno despidiéndose lentamente y la primavera asomando la cabeza, es inevitable escuchar a esos mamad… Digo, personas, declarar su amor por el calor que se avecina. Que “prefieren el calor al frío”, que “es mejor el sol”, que “las altas temperaturas hacen feliz a la gente”, que “te lo quitas con una chela”. Ya saben, ¡pura payasada!
Pero, ¿el calor merece tanto amor como se le profesa? La verdad es que no. El calor, mis transistores, no es la maravilla que muchos y muchas proclaman. Más bien, es horrible, es una tortura que te deja sudado, pegajoso, con sueño y deseando, aunque sea, un ventilador de taxista para tratar de quitártelo.
Primero, hablemos de la incomodidad. ¿Alguna vez han intentado dormir en una noche calurosa, con el sudor convirtiendo tu cama en una piscina? Es una experiencia asquerosa. Despertar empapado en sudor, con el cabello pegado a la frente y la sensación de que te estás derritiendo, no es precisamente algo deseable. Y eso si puedes dormir porque, algunas veces, ni eso.
Luego, está la cuestión del olor. Sí, lo siento, pero alguien tiene que decirlo: el calor apesta. Y no sólo apesta él, también hace que nosotros apestemos, ya que transpiramos más, lo que a su vez puede conducir a olores corporales desagradables. ¿Quién puede disfrutar de eso?
Además, está el aspecto de la productividad. ¿Alguna vez has intentado concentrarte en una tarea importante mientras sientes que estás a punto de desmayarte por el calor? La mente se vuelve borrosa y las ideas se desvanecen. Ni qué decir de si vas en el transporte público. A mí me pasó que, derivado del calor, me he quedado dormir en el camión o en el metro y me he pasado de estación o de parada (sin albur).
Entonces, ¿por qué a la gente le gusta el calor? Debo decir que yo soy del #TeamFrío. Sí, me gusta que esté nublado, que cale el frío para que podamos usar chamarras, suéteres, gorros, etc. Además, siempre he sido alguien que puede soportar el frío porque estoy acostumbrado: el techo de la casa de mis padres era de lámina de asbesto y cuando hacía frío, mi cuarto era un refrigerador. ¡Hasta mi ahora esposa (en ese entonces novia) se tenía que dormir con sus tenis puestos!
Así que, mientras algunos alaban la llegada del calor, yo me quedo aquí, disfrutando de los últimos días del invierno y esperando la llegada de una primavera templada y amable porque, sinceramente, el calor es basura y nadie debería soportarlo más de lo necesario.
Y si tú eres del #TeamCalor y tanto te gusta, ¡trabaja en una rosticería y deja de estar fastidiando!