Llegó la primavera y con ella el calor que, como les conté en mi artículo “El calor se acerca… ¡Y apesta!”, yo odio con todo mi corazón. 

Por ello, me puse a investigar un poco sobre este fenómeno y su influencia en nuestro cuerpo, porque estoy seguro que has ido en el camión, en el metro, en el uber o en cualquier otro tipo de transporte, y te quedas dormido. 

Y, al igual que a mí, la intriga ha permeado en muchos científicos y personas para saber por qué tenemos esa sensación de cansancio en climas cálidos, lo cual no es una ilusión, sino una respuesta fisiológica que involucra varios sistemas en nuestro cuerpo. ¡Te lo cuento!

Regulación de la temperatura corporal

El cuerpo humano está diseñado para mantener una temperatura interna constante en un rango óptimo para su funcionamiento. Cuando nos exponemos a altas temperaturas, nuestro cuerpo trabaja arduamente para disipar el exceso de calor y mantener su equilibrio térmico. 

Una de las formas principales en que lo hace es a través de la sudoración, un proceso en el que el agua en la piel se evapora, enfriando la superficie corporal.

Estrés térmico y gasto energético

Sin embargo, este mecanismo de enfriamiento tiene un costo energético significativo. El proceso de sudoración y la redistribución de la sangre hacia la piel para facilitar la disipación del calor requieren una cantidad considerable de energía. 

Como resultado, el cuerpo puede experimentar fatiga y somnolencia, ya que gran parte de su energía se destina a regular la temperatura corporal en lugar de mantener la vigilia y la alerta.

Impacto en el ciclo de sueño

Además del gasto energético directo, el calor también puede interferir con nuestro ciclo natural de sueño. Durante la noche, nuestro cuerpo necesita reducir su temperatura interna para entrar en un estado de sueño reparador. 

Cuando la temperatura ambiente es alta, este proceso se dificulta, lo que puede provocar dificultades para conciliar el sueño o interrupciones en el mismo. Como resultado, nos despertamos sintiéndonos menos descansados y más propensos a experimentar somnolencia durante el día.

Factores psicológicos y ambientales

Además de los aspectos puramente fisiológicos, el calor también puede afectar nuestro estado de ánimo y nuestro comportamiento. Las altas temperaturas pueden generar sensaciones de irritabilidad y malestar, lo que contribuye a una sensación general de cansancio y apatía.

Aunado a ello, el ambiente sofocante puede dificultar la concentración y el rendimiento cognitivo, lo que nos hace sentir más letárgicos y menos alerta.

Para no hacerles el cuento largo, y como les he dicho, el calor ejerce una influencia significativa en nuestro nivel de energía y alerta, tanto a nivel físico como psicológico. Los mecanismos de regulación térmica del cuerpo pueden agotar nuestros recursos energéticos y dificultar el mantenimiento de la vigilia. 

Asimismo, el impacto en nuestro ciclo de sueño y en nuestra salud mental puede agravar aún más la sensación de somnolencia y fatiga. Por lo tanto, es importante tomar medidas para mitigar los efectos del calor, como mantenerse hidratado, buscar ambientes frescos y descansar adecuadamente, para preservar nuestra vitalidad y bienestar.

Por: Isaías ML

@pistorey