“Llueve, truene o relampaguee habrá clases presenciales en agosto”, sentenció el presidente López Obrador el 24 de julio, en Boca del Río, Veracruz. De esta forma, se planea regresar a las aulas a más de 30 millones de estudiantes (25.4 millones en educación básica y 5.2 en el nivel medio superior).


La decisión ha despertado un intenso debate sobre los beneficios y los riesgos de reactivar las actividades académicas frente a frente. Hay buenas razones a favor y en contra del regreso de niños, niñas y adolescentes a las escuelas. Te ofrecemos un balance de los argumentos más sólidos de cada lado.

Razones a favor

  • Mejoraría el aprendizaje. Hay evidencia de que cerrar las escuelas por periodos prolongados puede afectar en el corto, mediano y largo plazo a las y los estudiantes, evitando la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades. Antes de la pandemia, México ya era un país con enormes retos en materia de competencias y habilidades. Además, la reapertura puede contribuir a atender problemas relacionados con la malnutrición, la violencia y los embarazos adolescentes, según Unicef.
  • Menor deserción escolar. La Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación del Inegi identificó que 738.4 mil personas no concluyeron el ciclo escolar 2019-2020. De éstas, 58.9% lo hizo por motivos relacionados a la pandemia (un tercio perdió el contacto con docentes o no pudo hacer las tareas y dos de cada diez no continuaron porque sus escuelas cerraron definitivamente).
  • Reactivación económica. La reapertura podría ayudar a dinamizar la economía, mediante la venta de artículos necesarios para los y las estudiantes, el uso de transporte público y gastos cotidianos de la vida escolar, como la compra de alimentos en la calle.

Razones en contra

  • Récord de contagios. La tercera ola, en la que nos encontramos actualmente, ya rebasó a las dos anteriores. La semana epidemiológica número 30 de 2021, que concluyó hace unos días, alcanzó 113,644 casos estimados, con lo que rebasó el anterior pico de contagios (112,812 en la primera semana de enero de 2021). Sin embargo, gracias a la cobertura de vacunación, la cifra de muertes de la tercera ola (alrededor de 9,625) está lejos de alcanzar el total de la segunda, con 2,733 decesos, aproximadamente.
  • Despuntan infecciones en menores. El virus está afectando más que antes a niñas, niños y adolescentes en México. En la primera ola, este grupo reportó un promedio de 18 contagios por día, 56 en la segunda ola y 225 contagios tan sólo en la primera de agosto, que pertenece a la tercera ola. Además, este grupo podría convertirse en un poderoso vector de contagio, con los riesgos que implica para los y las menores y, peor aún, para las personas adultas con las que conviven.
  • Sin condiciones en las escuelas. Ocho de cada diez escuelas no tienen las condiciones necesarias para garantizar las condiciones mínimas de higiene y salud, de acuerdo con un estudio de 2019 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). En cuanto al acceso a agua potable, tres de cada 10 no cuentan con este servicio, indispensable para la limpieza de las instalaciones y el lavado constante de manos.

Como se verá, hay argumentos considerables de cada lado de la ecuación. Haciendo un balance, los argumentos a favor parecen tener mayor peso. Si bien los riesgos de que alumnos y alumnas vuelvan a las aulas son importantes, es posible tomar acciones para prevenir los contagios y la propagación del virus. Por el contrario, las afectaciones en al aprendizaje y el desarrollo psicosocial que sufre el alumnado por no asistir a la escuela no pueden compensarse con la educación en casa. Por esta razón, el gobierno del presidente López Obrador, en un primer vistazo, parece acertar en su decisión. Sin embargo, ahí se detiene el acierto, pues el sistema educativo mexicano no cuenta con las condiciones de infraestructura y capacitación docente para recibir a 30 millones de niños, niñas y adolescentes que han estudiado a distancia durante más de un año.

 

En la parte pedagógica, no se ha informado sobre los métodos que seguirán las maestras y los maestros para identificar y poner al día los conocimientos y las habilidades que el alumnado no desarrolló durante la educación a distancia. En la parte sanitaria, la autoridad educativa federal no ha hecho más que presentar un escueto protocolo que se diferencia poco de las recomendaciones para entrar al supermercado (mantener sana distancia, lavarse las manos, usar cubrebocas). Con 80% de las escuelas sin condiciones sanitarias mínimas y 30% sin agua potable, parece difícil que la mayoría de los planteles pueda mantener un control efectivo de contagios.

Como suele pasar con el gobierno que encabeza López Obrador, todo apunta a que estamos ante una decisión arrebatada, sin más sustento que la voluntad del presidente. Por su parte, en los más de siete meses que han pasado desde que asumió el cargo como Secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez no logró desarrollar un plan medianamente articulado para el regreso a clases.

Te dejamos la opinión de las madres de familia.