En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser algo de películas de ciencia ficción a una parte real de nuestra vida diaria. La usamos para hacer tareas más rápido, editar fotos, crear música, escribir textos, hasta hablar con bots como este. Pero la pregunta que muchos jóvenes se hacen es: ¿esto es algo bueno… o deberíamos preocuparnos?
Por un lado, la IA parece mágica. Podemos crear una imagen con solo escribir una frase, generar ideas en segundos o aprender algo nuevo con solo pedirlo. Esto abre muchísimas oportunidades: estudiar mejor, emprender más fácil, incluso descubrir talentos que no sabíamos que teníamos.
Pero también hay un lado oscuro que empieza a preocupar. ¿Qué pasa con los trabajos que ahora hace una máquina? ¿Qué va a pasar con los artistas, escritores o diseñadores cuando una app haga lo mismo en minutos? ¿Y si ya no sabemos si una canción, una noticia o una imagen es real o fue hecha por un robot?
Además, está el tema de la dependencia. Muchos jóvenes ya no buscan en libros, ni preguntan a otras personas: todo lo resuelven con una app. ¿Nos está haciendo menos curiosos? ¿Más cómodos?
La clave puede estar en cómo usamos esta herramienta. La IA no es buena ni mala, pero sí refleja nuestras intenciones. Si la usamos para aprender, crear o explorar, puede ser increíble. Pero si solo la usamos para evitar pensar o copiar, puede volverse un límite en lugar de una ayuda.
Al final, no se trata de tenerle miedo a la IA, sino de no perder lo que nos hace humanos: la creatividad, la empatía y la capacidad de pensar por nosotros mismos.
Por : Andy I.