En internet hay comunidades que surgen para compartir experiencias, buscar apoyo o simplemente conversar sobre intereses comunes. Pero también existen rincones oscuros donde se cultivan el odio, el resentimiento y la violencia. Uno de ellos es el universo de los incels, una subcultura en línea que ha ganado notoriedad en los últimos años por sus discursos misóginos y, en algunos casos, por estar relacionada con actos violentos.

Pero… ¿qué significa exactamente ser incel? ¿Por qué este término se ha vuelto tan polémico? ¿Y qué hay detrás de este fenómeno?

¿Qué significa “incel”?

La palabra incel proviene del inglés involuntary celibate, que significa “célibe involuntario”. Se refiere a personas —principalmente hombres heterosexuales— que dicen no poder establecer relaciones sexuales o afectivas con mujeres, a pesar de desearlo. Hasta aquí, podría sonar como una etiqueta para describir una experiencia de soledad o frustración emocional.

Sin embargo, con el tiempo, el término incel ha evolucionado y se ha radicalizado, especialmente en foros y redes sociales. En muchas de estas comunidades, los incels no solo comparten su dolor: culpan a las mujeres por su situación, rechazan el feminismo, idealizan la figura masculina dominante y alimentan una narrativa de odio que ha llegado a extremos preocupantes.

Un origen muy diferente

Paradójicamente, el término incel fue acuñado en los años 90 por una mujer canadiense llamada Alana, que buscaba crear un espacio de apoyo para personas (de cualquier género u orientación) que no tenían relaciones sexuales y se sentían solas o marginadas por ello. Su intención era empática y comunitaria, no violenta.

Con el tiempo, sin embargo, el término fue apropiado por subculturas misóginas, especialmente en foros como 4chan, Reddit o ciertos grupos de Discord. La visión original se desvirtuó hasta convertirse en una trinchera de rencor.

¿Qué piensan los incels?

Aunque no todos los que se identifican como incels comparten exactamente las mismas ideas, hay ciertos patrones frecuentes:

  • Creen que las mujeres solo se sienten atraídas por hombres “alfa” (lo que llaman “Chads”).
  • Usan términos despectivos para las mujeres, como “femoid” o “Stacy”.
  • Consideran que su celibato es culpa del feminismo, del progreso social o de las mujeres que los “rechazan”.
  • Algunos defienden ideas extremas como la “redistribución sexual”, donde el Estado debería garantizarles acceso a mujeres como “recompensa” por existir.

Estas ideas no solo son misóginas, sino que también deshumanizan a las mujeres al tratarlas como objetos de consumo o propiedad.

¿Por qué es peligroso?

La radicalización en comunidades incel ha tenido consecuencias reales. Algunos de sus miembros han cometido actos de violencia masiva, como Elliot Rodger en 2014 en California, quien dejó un manifiesto lleno de odio antes de asesinar a seis personas. Su caso inspiró a otros actos similares.

Además de estos extremos, los discursos incel también influyen sutilmente en la cultura digital: desde la normalización del odio hacia las mujeres hasta la difusión de discursos que refuerzan estereotipos y alimentan la cultura del acoso.

¿Qué hay detrás de esta ideología?

Detrás de todo esto, también hay un tema que no se puede ignorar: la salud mental masculina. Muchos jóvenes que terminan en estos espacios sufren de aislamiento, baja autoestima, trastornos depresivos o ansiedad social. En lugar de recibir apoyo psicológico, encuentran en los foros incel un espacio donde se validan sus miedos y se transforman en odio.

Esto no justifica su conducta, pero sí abre la puerta a una conversación más amplia: sobre cómo hablamos de las emociones en los hombres, cómo enseñamos a construir vínculos y qué hacemos para prevenir la radicalización en línea.

¿Qué podemos hacer?

Detrás de todo esto, también hay un tema que no se puede ignorar: la salud mental masculina. Muchos jóvenes que terminan en estos espacios sufren de aislamiento, baja autoestima, trastornos depresivos o ansiedad social. En lugar de recibir apoyo psicológico, encuentran en los foros incel un espacio donde se validan sus miedos y se transforman en odio.

Hablar de los incels no es fomentar su discurso, es ponerlo en evidencia. Entender cómo funcionan estas comunidades nos permite actuar desde diferentes frentes:

  • Fomentar la educación emocional y la alfabetización digital.
  • Promover modelos de masculinidad no tóxica.
  • Denunciar y moderar el discurso de odio en redes sociales.
  • Apostar por un enfoque de prevención y acompañamiento psicológico, sobre todo en jóvenes.

Los incels no nacen, se hacen. Y si bien no podemos justificar la violencia ni la misoginia, sí podemos trabajar para evitar que más personas se sientan tan solas, frustradas y confundidas como para caer en estos discursos. Porque la solución no está en más odio, sino en más conciencia, más empatía y más diálogo.