1. El calendario no es un adorno de Google
En una agencia de marketing vivimos rodeados de deadlines, Gantt charts y recordatorios de Slack que parecen villanos de película. Sin embargo, ¿de qué sirve tanta herramienta si ignoramos el santo grial de la productividad: llegar a la junta en la fecha, hora y lugar pactados? El calendario no es decoración digital, es nuestra brújula en el caos.
2. Juntas: ese pitch sin cliente pero con café
Una reunión es como una campaña piloto: si no arrancamos a tiempo, jamás sabremos si funcionaba. Cuando alguien llega tarde o se conecta 15 minutos después diciendo “¿ya empezaron?”, la junta se convierte en un meme colectivo. El café se enfría, las ideas se enfrían y, peor, el cliente también se enfría.
3. El efecto dominó del “ahorita llego”
El retraso de una persona hace que el diseñador que ya estaba inspirado cierre Photoshop, que el copywriter abra TikTok y que el de cuentas empiece a revisar facturas. Resultado: cuando por fin comienza la junta, todos ya están mentalmente en otro planeta. Ese “ahorita llego” puede costarnos más que una campaña de branding mal segmentada.
4. Respeto al tiempo: el KPI invisible
En marketing medimos todo: CTR, CPC, ROI… pero hay un KPI que nadie pone en la presentación y que define el éxito interno: el Respeto al Tiempo del Equipo (RTE). Si lo cuidamos, las juntas fluyen, las ideas salen y la ejecución mejora. Si lo rompemos, se va directo al mismo cajón donde guardamos los briefs incompletos.
5. Conclusión: la puntualidad también vende
Respetar juntas no es solo disciplina, es una forma de demostrar profesionalismo. Así como no llegamos tarde al lanzamiento de un cliente, tampoco deberíamos llegar tarde al lanzamiento de una idea en sala de juntas. Al final, la puntualidad en la agencia es como el branding: no se nota cuando está bien hecho, pero brilla demasiado cuando está mal.
¿Y tú, qué piensas?
Karina González