Por: Omar E.M.

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El vestir no solamente es una necesidad que envuelve a la raza humana, además, de brindar protección y cuidado, es algo que te define, representa y te hace sentir seguro. La ropa es algo que da identidad a las personas, pero, sobre todo, es algo que hace sentir bien en todo momento. 

Aunque la ropa es bonita y nos hace sentir seguros, es importante comprender una gran diferencia. Una cosa es comprar ropa de vez en cuando, la cual se debe de pensar para poder utilizar más de una ocasión y en diversas situaciones, y otra muy diferente es comprar ropa solamente porque en el momento te agrado, ropa que nunca te volverás a poner o simplemente comprar porque se quiere sin pensar en el impacto que tiene tanto para la salud como para aquello que está detrás de una simple prenda de vestir. 

El término que se intenta evocar es “fast fashion”; y se refiere a un modelo de producción y consumo en la industria de la moda que se caracteriza por la creación rápida de ropa asequible, siguiendo las últimas tendencias. 

El fast fashion permite que los consumidores accedan a prendas de moda a bajos precios, pero a costa de una serie de impactos negativos en el medio ambiente, condiciones laborales y la economía mundial. 

¿De dónde proviene el fast fashion?

El fast fashion se originó a finales del siglo XX con el auge de tiendas departamentales como Zara, H&M y Forever 21. Estos gigantes adaptaron un enfoque innovador: en lugar de lanzar colecciones de moda estacional, decidieron acortar los ciclos de producción para llevar las últimas tendencias a las tiendas en pocas semanas. 

Por lo tanto, nos encontramos en la era de la moda ultrarrápida, en la que los gigantes de la moda ponen a disposición del público prendas de vestir accesibles, de moda y en buen estado. Además, aunado a esto, se agrega una problemática más, las ventas por Internet. 

Tras la pandemia de COVID-19, se originó una explosión en ventas por internet, lo que orilló a las tiendas a generar sus propios sitios web, invertir en ellos y crear las compras 24/7 dentro de las aplicaciones, cosa que hasta la fecha sigue existiendo y propicia un consumo excesivo. 

¿Cuál es el impacto mundial que tiene el fast fashion?

Las consecuencias de esta moda rápida son diversas y muy variadas, pasando por el impacto ambiental hasta causar diversos impactos en la moda tradicional. Según la UNAM, la industria de la moda rápida es responsable del 10% de las emisiones globales y de la producción del 20% de agua residual a nivel mundial; sin embargo, no son las únicas consecuencias medioambientales que existen. 

El impacto ambiental en la producción masiva de ropa ha levado a un uso excesivo de recursos naturales como el algodón y el poliéster, los cuales consumen grandes cantidades de agua y productos químicos, contribuyendo a la contaminación del agua y la degradación del suelo. Además, se estima que las emisiones de carbono globales son del 10% aproximadamente. 

Otro aspecto importante son las condiciones laborales, pues la búsqueda de costos de producción bajos ha llevado a la externalización de las condiciones laborales precarias que los trabajadores, a menudo mujeres y niños, enfrentan día a día. El fast fashion ha generado largas jornadas laborales, condiciones de trabajo inseguras y salarios extremadamente bajos, por mencionar solamente algunas de las terribles formas de trabajo para que solo unos cuantos puedan disfrutar. 

La economía circular y el desperdicio generado por el fast fashion, han generado una cultura de consumo desechable, donde la ropa se usa solo un par de veces antes de ser descartada o desechada. Esto ha producido un aumento excesivo de residuos textiles, que en su mayoría no se reciclan, generando problemas de gestión de residuos. 

Finalmente, uno de los impactos menos sonados, la moda tradicional. Al producirse la ropa en tan poco tiempo, se presiona a los diseñadores y marcas para que creen nuevos patrones, diseños, combinaciones, formas, lo que puede afectar la calidad de la ropa como la originalidad de la misma. 

De seguir con este tipo de consumo, los niveles de contaminantes pueden llegar a niveles catastróficos, pues se sabe que el 60% de la ropa que se produce termina en basureros o se incinera; menos del 1% de los materiales se reciclan y menos del 13% se utilizan para hacer otro tipo de productos, por lo que actualmente se están dando iniciativas de cadenas de suministro, intentando que para un futuro se establezcan medidas las cuales tengan un impacto positivo con el ambiente, a través de medidas como un modelo económico neutro de carbono, un respeto con el medio ambiente, un lugar libre de toxinas y totalmente circular. 

¿Qué podemos hacer? 

Se ha recurrido a un término llamado “moda sostenible”, la cual está comprometida con el medio ambiente utilizando fibras naturales como algodón, cáñamo, lino, lana y seda. Sin embargo, para que este tipo de medidas se puedan llegar a adoptar por parte de las empresas productoras, tendrán que pasar unos cuantos años. 

Mientras, tú también puedes ayudar a reducir algunos de los principales malestares que trae consigo el fast fashion, como son: elegir prendas con un 20% menos poliéster, comprar ropa en tiendas de segunda mano, pensar dos veces al momento de comprar para asegurarte que utilizarás la prenda el tiempo debido, adquirir solo las prendas necesarias y donar o reutilizar la ropa que ya no ocupes tanto. 

Este tipo de acciones pueden ayudar a reducir las emisiones de contaminantes, darle un respiro a todas aquellas personas que laboran detrás de unos jeans o simplemente generarte un ahorro significativo en tu bolsillo. 

El fast fashion es un fenómeno que ha revolucionado la industria de la moda, pero a un alto costo para el medio ambiente y la sociedad. La búsqueda de soluciones sostenibles y éticas es crucial para asegurar un futuro más justo y ecológico en la moda

Referencias: