En el corazón de los canales de Xochimilco, donde las trajineras avanzan entre ahuejotes y lirios acuáticos, existe un lugar que mezcla tradición, misterio y hasta un toque macabro: la Isla de las Muñecas. Un sitio que, a pesar de su apariencia perturbadora, se ha convertido en uno de los atractivos más visitados y comentados de la Ciudad de México.
El origen: una historia de soledad y leyenda
La isla está vinculada a la figura de Don Julián Santana Barrera, un chinampero que en la década de 1950 se mudó a este rincón de Xochimilco buscando tranquilidad. La leyenda cuenta que un día, Julián encontró el cuerpo sin vida de una niña en el canal y, poco después, una muñeca flotando en el agua. Interpretando esto como un signo, decidió colgar la muñeca en un árbol para honrar el alma de la pequeña.
Con el paso de los años, Julián comenzó a recolectar más muñecas —muchas deterioradas, otras incompletas—, colgándolas por toda la chinampa. Para algunos, lo hacía como un acto de protección espiritual; para otros, era una manera de ahuyentar a los malos espíritus. Lo cierto es que el paisaje se transformó en un espacio único, poblado por cientos de miradas de plástico y cabellos enmarañados.
La isla en la actualidad
Tras la muerte de Don Julián en el año 2001 —curiosamente, también en un canal cercano a la isla—, el sitio ganó aún más notoriedad. Hoy, la Isla de las Muñecas es un destino turístico que atrae tanto a curiosos como a investigadores de lo paranormal. Aparece en documentales, programas internacionales y hasta en listas de “lugares más espeluznantes del mundo”.
La experiencia actual combina el recorrido en trajinera por los canales con la visita a la chinampa donde aún cuelgan las muñecas, muchas en ruinas, invadidas por el tiempo y el clima, lo que les da un aspecto aún más inquietante.
Más allá del miedo: un símbolo cultural
Aunque la imagen popular se centra en lo macabro, la isla también refleja aspectos importantes de Xochimilco:
- La tradición de las chinampas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
- El sincretismo entre leyenda popular y rituales de protección.
- El poder del relato oral, capaz de transformar un acto personal en una de las historias más famosas de la ciudad.
La Isla de las Muñecas es, en el fondo, un espejo de cómo la memoria y la leyenda se entrelazan con la identidad de un lugar. No solo es un rincón tétrico para turistas: es un recordatorio de que los mitos viven mientras haya quien los cuente.