Una frase corta, pero con un significado más profundo de lo que se transcribe, “lo dulce de no hacer nada”. Para los italianos es una filosofía la cual consiste en equilibrar la productividad con la relajación para recordar la importancia del descanso físico y mental que nuestro cuerpo necesita.
Sin embargo, por el ritmo de vida que se lleva en las grandes metrópolis, resulta algo imposible de lograr, ya que se vive en un acelere constante. Pero, ir introduciendo esto en nuestra rutina, con pequeños momentos de serenidad, puede ser muy benéfico para nuestro cuerpo.
¿Qué puedo hacer para lograr esto?
La vida nos regala pequeños momentos cotidianamente, pero pocas veces estamos atentos a estos detalles, debido a que vivimos en un constante bombardeo de información y distractores encerrados en un pequeño aparato denominado celular. No obstante, si prestas más atención a tu entorno, te darás cuenta de que hay más cosas que puedes disfrutar por su simplicidad.
Algunas actividades que puedes realizar son tan simples como:
Apreciar la naturaleza: disfrutar el atardecer, ver las nubes como danzan por el viento generando formas poco usuales, escuchar el cantar de los pájaros o simplemente observar la luna llena sobre el firmamento.
Convivir con tus seres queridos: dedica tiempo de calidad a las personas que quieres y estimas, deja el celular de lado; disfruta una plática, ríe, canta o simplemente vive el aquí y el ahora.
Desconéctate de la tecnología: deja de lado los aparatos tecnológicos que te roban mucho tiempo y energía, procura realizar alguna actividad que te guste y te haga sentir feliz.
Nutre tu mente y tu cuerpo: cuida lo que comes y lo que piensas, procura ingresar a tu cuerpo alimentos que lo nutran y lo desarrollen, así mismo elige tus pensamientos y palabras al expresarse, para que exista una congruencia de quién eres, lo que dices y haces.
Mi Dolce Far Niente
Tuve el placer de experimentar esta filosofía durante mi estadía en Italia, donde cada día realizaba alguna actividad que me generaba esa sensación de placer o disfrute. La verdad, al principio tenía la impresión de que no aprovechaba el tiempo y sentía que lo malgastaba, esto debido a que mi estilo de vida siempre es andar apresurada, como si estuviera en una carrera constante.
Una de las primeras actividades que disfrutaba era ir al bar y tomar un café expreso. Al principio, el sabor era muy fuerte, pero conforme lo realizaba, el aroma que despedía y el sentirlo en el paladar me daba una sensación de relajación.
Otra actividad que disfrutaba al máximo era el hecho de comer un gelato (helado) de un sabor poco común: sábila, y sentarme en una banca durante el verano en la playa para ver el caminar de las personas, observando todo a mi alrededor mientras se acaba el gelato.
Asimismo, el caminar en la pineta (bosque de pinos) por la tarde, escuchar el soplido del viento que traía con él aroma de los pinos y ver como los rayos de sol se introducían por los pequeños espacios que había entre los árboles, me brindaba esa sensación de paz interna.
La verdad fui muy afortunada en experimentar estas sensaciones, pero no es necesario viajar a Italia (qué sería increíble para experimentarlo con los creadores). Pero si quieres y deseas, puedes empezar realizando pequeñas actividades que te generen placer, como dedicarle unos minutos al día y tomar ese café que tanto te gusta; salir después del horario de comer y aprovechar 15 minutos para caminar; comenzar a leer un libro, probar una nueva actividad física o deportiva, visitar algún lugar que desde hace mucho tiempo tienes ganas de conocer.
En fin, hay varias actividades que te puedes realizar, pero todo depende de que quieras hacerlo y verás que esto te permitirá tener otra forma de pensar y de actuar. Así que te invito a que no lo postergues. ¡Andiamo!
Por: Yaya