En los años 90, hablar abiertamente de sexo entre mujeres en la televisión era casi un tabú. Hasta que llegaron cuatro neoyorquinas con cosmopolitans en mano a cambiarlo todo.

Sex and the City no solo fue una serie: fue una revolución en tacones altos que transformó nuestra forma de hablar (y pensar) sobre el deseo, la amistad y la autonomía femenina.

Sexo con nombre propio

Antes de Sex and the City, el sexo en pantalla era o romántico o problemático. La serie introdujo algo nuevo: el sexo como una parte más de la vida, a veces divertida, a veces frustrante, y siempre discutible entre amigas.

Samantha rompió todos los moldes con su libertad sexual, y gracias a ella miles de mujeres se sintieron autorizadas a hablar de sus propios deseos sin vergüenza.

Amistad femenina como núcleo narrativo

Por primera vez, las relaciones más importantes no eran solo las románticas, sino las amistades.

El corazón de la serie no era Mr. Big, sino las charlas entre Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha en la mesa del brunch.

Mostró que hablar de sexo con tus amigas podía ser igual de íntimo que el sexo mismo.

Lo que visibilizó y lo que dejó fuera

La serie puso en primer plano temas como orgasmos fingidos, juguetes sexuales, relaciones abiertas, y hasta el ghosting (aunque no tenía ese nombre aún).
Pero también dejó fuera muchas voces: mujeres racializadas, diversidad sexual más allá de lo gay masculino, y experiencias de clase diferentes.
Lo que hizo fue abrir la puerta a conversaciones que hoy seguimos teniendo… aunque ahora buscamos que sean más inclusivas.

El legado: ¿cómo hablamos de sexo hoy?

Hoy tenemos podcasts, TikToks y memes sobre sexo con perspectiva feminista. Pero Sex and the City fue una de las primeras ficciones mainstream en ponerle palabras a lo que muchas pensaban y pocas decían.
Gracias a ella, el sexo se volvió tema de sobremesa, no de susurros.

Tal vez hoy cuestionamos muchos aspectos de la serie, pero su contribución es innegable: ayudó a que millones de mujeres se sintieran menos solas, menos juzgadas y más libres de hablar de lo que sienten y lo que quieren.

Porque sí: hablar de sexo también es un acto de amistad.