En diciembre de 2025, Starbucks lanzó en México el Bearista Cup —un vaso de vidrio con forma de osito— como edición limitada. El resultado: una “fiebre colectiva”. 

Solo 37,472 piezas para todo el país, lo que equivale a un promedio de unas 40–50 unidades por sucursal —aunque algunos locales reportaron recibir hasta 53. El precio oficial: 869 pesos (más la compra obligatoria de una bebida grande o venti).

El resultado fue lo que cualquier mercadólogo sueña (y a la vez se asusta): filas desde horas antes de la apertura, gente acampando afuera de tiendas, publicaciones virales en redes sociales y, claro, reventa a precios desorbitados. Al poco tiempo, algunos de esos vasos ya se ofertaban en línea hasta en 14 000 pesos. 

Este fenómeno revela algo poderoso: no se necesita una campaña mastodóntica para generar expectación. Basta con un producto con diseño emocional, disponibilidad limitada y una comunidad activa lista para reaccionar. Eso, en pocas palabras, es marketing digital con instinto viral.

¿Qué lecciones deja el vaso de oso para marcas que buscan entrar a tendencias?

• El efecto “escasez + deseo” funciona (y mucho)

Al limitar la cantidad del Bearista Cup, Starbucks transformó un simple vaso en un objeto aspiracional. La restricción de “uno por cliente y por ticket” crea urgencia, fomenta el deseo inmediato y potencia la expectativa. 

• Apela a emociones: ternura, exclusividad y pertenencia

Un vaso con forma de osito despierta cariño —no es solo un contenedor de café, es “cute”, “instagrameable”, “de colección”. Ese tipo de atributos son oro para generar deseo más allá del producto funcional.

• El contexto cultural importa: momento correcto, temporada correcta

El lanzamiento en temporada navideña 2025 fue clave: clima frío, espíritu de compras, deseo de regalos, nostalgia —todo contribuyó al hype. Las marcas pueden aprovechar fechas, festividades o estados de ánimo colectivos para lanzar productos que conecten con emociones vigentes.

• Redes sociales y comunidad: multiplicadores del fenómeno

Antes de que el vaso llegara a tiendas, ya se hablaba de él en búsquedas y redes. Ese “ruido previo” —queries en Google como “¿Cuándo sale el vaso osito?”— ya hacía parte del marketing, gratis. Una marca capaz de sintonizar con esas conversaciones gana impulso orgánico.

¿Y tú, qué opinas?

Karina González