Es una realidad que ambas disciplinas sostienen cierta similitud y en algún punto convergen, probablemente de aquí parte el hecho de que actualmente se llegue a confundir el arte con la ilustración, aunque tengan diferentes atributos que distinguen el uno del otro.

Podríamos escribir todo un libro sobre las diferencias abismales entre ambos, sin embargo, en esta ocasión nos concentraremos en aspectos muy puntuales que nos ayudarán a distinguir con mayor claridad ambas disciplinas. Comencemos revisando las definiciones de cada uno.

Se entiende por arte a la capacidad de crear y la habilidad para hacer algo, es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. En este caso, hablaremos propiamente sobre el arte plástico que es más similar a lo que se realiza en la ilustración.

Cuando hablamos de la ilustración gráfica encontramos que se refiere más a la facultad de crear una estampa, grabado o dibujo que adorna o documenta un libro, una definición muy sesgada a diferencia del arte y podría interpretarse como si fuera una extensión de está disciplina, pero nos ayuda para comenzar a revelar la principal diferencia. 

Y es que la ilustración se rige bajo la idea de representar gráficamente algo que ya fue creado previamente, a diferencia del arte que es el origen, la concepción de una idea, que si bien puede estar inspirada en algo o puede ser un encargo, el artista le imprime su sello propio; en la ilustración, por lo general, el autor se rige por una serie de lineamientos de quien hace la petición.

Digamos que el arte es un ejercicio introspectivo y auténtico que no necesariamente tiene que ser por una comisión, tan solo es la capacidad del ser humano de generar algo nuevo a su entender del mundo como lo entiende y le rodea. 

Por ello, cada vez es más común encontrar obras de arte que pueden o no transmitir un sentimiento al espectador, pero no dejan de ser creaciones genuinas del artista. Ahí es en donde entra la confusión, ya que muchos ilustradores pueden hacer este ejercicio artístico, pero la mayoría de las veces es para un fin comercial. Así que, dependiendo del objetivo con el que se elabore una pieza, podemos determinar cuál es cuál. 

Por todo lo anterior, podemos decir que un ilustrador puede ser considerado como un artista pero eso dependerá de la carga conceptual, la fuerza expresiva y sobretodo el fin con el que genera su obra.